miércoles, 26 de marzo de 2008

La indignidad de la Semana Santa



Ya ha pasado.

Ya sólo queda la cera que lanza sus últimas quejas, cada más débiles, cuando es de nuevo atropellada por los neumáticos. Y algunos carteles desgarrados. Y las sombras remolonas de esos siniestros capirotes que nunca se van del todo.

Ya ha pasado. Ya han pasado los pasos, las imágenes, los olores, las trompetas, los vientos, los tambores y los silencios.

Ya explotó el fervor y la devoción. Ya reinó otro fundamentalismo.

Ya mismo, ya mismito, comenzaremos a sufrir los ensayos de la próxima fiesta divino-pagana.

La tradición. O cómo justificar lo injustificable por la única razón de que ya se ha perpetrado muchas veces.

1 comentario:

Atance dijo...

Yo cada vez lo veo más claro. La Semana Santa es un refugio para aquellos que han perdido a seres queridos.