miércoles, 31 de diciembre de 2008

2009, el año perfecto

Por un año sano y fértil.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Appaloosa, o la maldición de la amistad


El polvo, las minas, los indios, las vías del tren... son escenarios que no me resultan fascinantes. Sí me fulmina la mirada de Viggo Mortensen. Sí me estremecen esos gestos resignados y leales, antiguos, candentes como sellos guardianes de sobres lacrados. Las balas, los whiskies, las huellas, los corsés de las coristas… son atributos que no me reclaman atención. Sí me conmueve, en cambio, el duelo arrogante de un hombre solo que se arriesga, se mide y se retira para ceder la única oportunidad a su amigo. Lo improbable siempre puede acechar.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Puente de mentiras

Me he dedicado, durante todo este puente,  a fechar falsamente las entradas previas. Qué más da. Qué más dará. Qué más daré. Lo que es es lo que es. Lo que fue, tal vez será...

martes, 9 de diciembre de 2008

La huella del teléfono (el libro marcado)

Ayer, cuando cerré el último libro de Vila-Matas, Dietario voluble, percibí algo extraño en su portada. Oriente él el libro hacia la luz y descubrí la huella de un teléfono móvil que alguien había apuntado sobre un papel apoyado en la cubierta del ejemplar: 665103***. Es raro, porque cuando compro un libro, como cuando cojo el periódico, siempre elijo uno que no sea el primero de los que está expuesto, pues éstos suelen estar más manoseados y estropeados que los demás. De modo que alguien escribió ese número en un papel sirviéndose del libro como soporte, y después alguien colocó más ejemplares sobre el libro marcado, y después yo descarté dos o tres y elegí precisamente éste con el número grabado en su portada. Al tomarlo ahora de nuevo en mis manos y revisarlo, observo que sobre el número hay también un apellido. No sé si acabaré llamando a este teléfono. Ni sé si de esa llamada nacerá alguna historia. Pero estoy convencido de que de todo esto podría nacer una buena novela.

lunes, 8 de diciembre de 2008

GUIÓN

El cliente apaga el móvil, se incorpora, saca la cartera y observa durante unos segundos la fotografía en la que aparece junto a su mujer y su hijo pequeño. Va hacia la caja fuerte y guarda la cartera y el reloj de oro. Saca el dinero del bolsillo y aparta unos cuantos billetes. El resto lo deposita en la caja fuerte pero, antes de cerrar, coge otros cuantos billetes y los guarda en otro bolsillo del pantalón. Va al mini-bar, se sirve un whisky y se lo toma de un trago. Después busca en el maletín y saca unas pastillas de viagra. Se las toma y entra en el baño. Se ducha. Se afeita. Está desnudo cuando llaman a la puerta. El cliente se peina con las manos, se pone un albornoz y abre la puerta...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Azul perdido

Ahora que me entra la compulsión típica de fin de año de comprar todo lo que fui dejando atrás durante el resto del año, compruebo que entre lo que sí adquirí se encuentra un disco bellísimo al que apenas presté atención: How we lost, de Windsor For The Derby. Fascinado por su clásico himno Ballad Of The Fallen Tree, no escuché como se merece este exquisito trabajo, séptimo álbum de los canadienses. Pop espacial, folk introvertido, renew wave y post post punk. Llamadlo como queráis. Su nombre es belleza. Nunca es tarde. Nunca está todo perdido.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Caducidad delos hechos

Una lata protege siete dvd's. Obras maestras de Lubitsch y Sturges, anuncian. Catamos dos de las más celebradas. Ambas insoportables. Trueba no pasa la prueba.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La tristeza de Pardeza

Un banquillo en el parque...

Digital + dedica la semana a rendir homenaje a una maravillosa generación de futbolistas: la quinta del Buitre. Como culmen, los cinco jugadores se reúnen con Carlos Martínez en el plató para compartir recuerdos y anécdotas. Butragueño está muy suelto, quizás demasiado, pero logra matizar un engolamiento diestro, cercano a la autosatisfacción melosa de Julio Iglesias o Aznar, gracias a su convincente humildad y a su sincera buena educación. Míchel y Sanchis parecen dos compañeros de colegio, traviesos y risueños. El centrocampista suelta algunas perlitas irónicas inéditas en su etapa como comentarista. El central actúa como un escudero leal y simpático. Martín Vázquez, en cambio, parece todavía ausente, como si no pudiera soltar el lastre de su condición de exiliado, lo que no le impide lanzar alguna broma con acuse de recibo.Todos transmiten buen rollo. Pero Pardeza, ese tipo ilustrado que por su notable talento y hasta por su físico desencajado podría ser el Javier Marías del fútbol, sólo comunica tristeza. Una insuperable tristeza. Por la noche reponen el capítulo dedicado al letraherido delantero, y en su paseíto desde Atocha a Antón Martín el hombre se esfuerza por buscar anécdotas, amigos y risas donde no los hay, y acaba el recorrido en un estadio renovado que sólo le genera melancolía y tristeza, muchísima tristeza. (CODA: Hoy mismo, Miguel Pardeza escribe en El País un bonito artículo sobre la esperanza que genró la quinta del Buitre, pero hasta esa esperanza está preñada de insatisfacción, de pena, de una nostalgia que se resiste a ser enterrada bajo las páginas de un millón de libros...)

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sueños de rastros blancos

Sigo soñando con la cocaína. Como un conjuro, espero. Esta noche la compartía con mi primo Miguel, que preparaba una fiesta aprovechando que a su padre lo iban a operar. Lo de ayer fue más interesante: Tras la fiesta del fin de semana me fui a dar un paseo con Paloma por la Castellana y le conté todo lo que había pasado, minuciosamente, sobre todo lo de la droga. Por supuesto, mientras paseábamos, íbamos, como todo el mundo, arrancando las hojas enormes y polilobuladas de los árboles. Y comiéndonoslas, como todo el mundo. Después la dejé en una tienda y fui a esa recepción. Mientras caminaba pensé en dejarme la barba y el pelo muy largos, como para parecer un vikingo, pero decidí dejarlo para más adelante. Llevaba unos bermudas vaqueros, unas chanclas y una camiseta. También una sombrilla y una toalla. Cuando llegué a la lujosa sala circular coloqué la toalla en la punta de la sombrilla y la agité como si fuese una bandera blanca. La gente me miró extrañada. Iban todos muy elegantes, muy bien vestidos. Era una fiesta pero no se oía una mosca. Di una vuelta al ruedo saludando. Y le dejé la sombrilla a una pareja muy pija. Y la toalla a un señor algo mayor. Me detuve junto a una mesa alta donde estaban algunos conocidos. Una chica muy fea me dijo: “Me tienes que dar lo que me prometiste ayer… ¿lo tienes?”. Y yo contesté: “Seguro que lo tengo. Ahora me recuerdas lo que era, pero seguro que lo tengo”. La sala irrumpió en carcajadas ante mi ocurrencia. Incluso un tipo repitió a mi espalda mi frase añadiendo que era muy buena. Yo la rematé: “Seguro. Fijo. Fijo”. La gente siguió riéndose y aquello comenzó a parecer una fiesta. Fue entonces cuando descubrí a mi amigo Vicente Malagón entre la multitud. Fui a saludarlo, Nos abrazamos y le recordé que todavía me debía una lata de berenjenas. Me contestó que ahora fabricaba galletitas. “Te he traído una, porque estaba seguro de que, después de tantos años, nos veríamos aquí”. Sacó un envoltorio de celofán con una galletita dentro. Faltaba otra. “Me la he comido mientras te esperaba”, se excusó. La marca de las galletitas era Galletas Revolución.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

The hunger

La gran Kate Winslet como Sarah Pierce (Little Children)

Sarah Pierce: No, no, it's not the cheating. It's the hunger. The hunger for an alternative, and the refusal to accept a life of unhappiness.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Un mes propio

Noviembre, tal vez como reflejo frío de otro mes veraniego y por lo tanto anterior, me reclama una entrada independiente y capaz. Capaz de resumir, capaz de hacerme prometer lo que he de asumir. Capaz de convertir un trayecto errante en un rumbo asequible. Capaz, en fin.

jueves, 30 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Trashumancia cultural

Para cerrar este amplio repaso de Eutopía 2008 puede acudirse al artículo aparecido en el número de noviembre de kiliedro

miércoles, 29 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (y VII): Quique González, Ivan Ferreiro, Loquillo, por Marta Jiménez

EL TIEMPO Y LA DISTANCIA

El maratón en que se convirtió la última velada eutópica en Vistalegre tuvo un claro campeón, el vigués Iván Ferreiro. Frente a la sosería rockera de Quique González en directo y a las manidas poses de Loquillo, el capitán pirata (que diría mi compañero de página) se impuso con su pop intenso e intransferible. Es cierto que la cosa no era competir, pero resulta inevitable subirlos al ring. Vayamos por partes.

Uno, la organización debería reflexionar sobre el hecho de pasar seis horas en un recinto, algo que mataría la ilusión hasta de quien esperase a Lou Reed (excepto Loquillo, que le esperaría eternamente). Solución: o menos grupos o menor tiempo por concierto.

Dos, lo del buen sonido en Vistalegre parecer ser patrimonio exclusivo de los grandes técnicos de las grandes giras (léase Amaral). Para los más independientes conquistar un buen espacio sonoro en el pabellón sigue siendo inalcanzable.

Tres, Quique González rompió el hielo con su banda, La aristocracia del barrio, igual que hiciera en este mismo lugar hace dos años en la primera edición de Eutopía junto a los Taxidrivers. Y poco han cambiado las cosas: un puñado de canciones nuevas de arreglos más sencillos y Quique alternando la guitarra eléctrica con la acústica y sentándose en el teclado. Un concierto para adictos a sus acertadas letras y estupendas melodías, de esos que no te cambian el estado de ánimo ni te hacen temblar. Lástima que de Pájaros mojados, su mejor disco, sólo sonara Pequeño Rock and roll.

Cuatro, al madrileño le sacó lo mejor Ivan Ferreiro. Juntos entonaron, durante el concierto del gallego, Vidas cruzadas y Turnedo, gran momento de la eterna velada. El ex cantante de Piratas subió los ánimos y se llevó al público a la cancha, fans que no pararon de corear sus sacudidas emocionales. Con una voz reconocible entre diez mil (la del hermano pequeño y popero de Albert Pla) fue dejando surcos apasionados con canciones llenas de intenciones y sin memoria pirata, sin guiños al pasado, sólo mirando hacia los tesoros por conquistar.

Y cinco, todo lo contrario que Loquillo. Da la sensación de que si el loco no hubiera entonado El rompeolas, El ritmo del garaje o Cadillac solitario, redondas canciones de Sabino, los de las camisetas del pájaro loco no le hubiesen dejado salir vivo del pabellón. Él se encaminaba por su Arte y ensayo, por su Rock’n roll actitud, por lo más reciente y ¡nominado al Grammy latino!, Balmoral, pero nada, lo de soltar lastre se le resiste. Los más jóvenes del lugar lo abandonaron en bandadas. Puede que no entiendan a un señor con tupé y trajeado, que canta chulesco con el pie encima del monitor de sonido y que suda hombría a borbotones por mucho que haya metido a una bajista en la banda (con minifalda, claro). Pueda que fuera el mejor en otra vida. Desde luego no en ésta.

martes, 28 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónica de Bunbury

SUBLIME SIN INTERRUPCIÓN 

Lugar: Pabellón Municipal de Deportes Vista Alegre

Día: Viernes, 26 de septiembre

Con todo el viento a favor, las velas henchidas, el timón firme y la brújula exacta, el barco ambulante de Bunbury surcó la noche del viernes veloz, imparable, soberbio y capaz. Sobre el mar del escenario dejó una estela de sueños y copyrights, una espuma afilada de cuerdas eléctricas, un sabor inconfundible a sudor y oficio, una mirada que huele a trapecios y a cuadriláteros, una memoria infinita de circo, de cabaret y de ring.

Bramaba el público en la arena cuando desde el escenario llegó un tsunami de ruido y furia: la primera canción de la noche, El club de los imposibles, fue más que suficiente para saber de qué iba esta odisea: una banda con una pinta estupenda, contundencia al límite de la ley, arrobas de genuina actitud, pose maestra de estrella, banderas tatuadas de orgullo y un sonido que cortaba la respiración como un cuchillo dulce y perverso. Canta la tripulación, los remos apuntan al cielo e la nave va...

Después vino un aluvión de olas nuevas que arrojaban perlas preciosas, entre ellas la reluciente Bujías para el dolor. Para entonces el barco ya estaba varado en la isla del tesoro y los músicos piratas comenzaron a desenterrar las monedas más valiosas: Infinito , El extranjero, Solo si me perdonas, Sácame de aquí. Con semejante botín a Bunbury ya no lo paraba nadie, y de su chistera seguían brotando burbujas de tequila reposado, una pasión inagotable contagiaba el espacio y un carrusel de bailes y ecos giraba sin tregua. Su extraordinaria riqueza artística vale un Perú, su repertorio es un potosí. Donde no hay fronteras resultan ridículas las aduanas, y se impone la ley del mar. Es la apuesta aventurera, conquistadora y vehemente de Bunbury, puro escorpión mitológico: un carrusel de vida y color, un cargamento de vírgenes de cantina y paraísos perdidos, música de contrabando, medicamentos de luz y sonido.

Para el final el tahúr del Ebro se guardó dos de sus cartas más brillantes: esa revisión del primer Bowie que atiende al título de Lady Blue y que puso al barco a navegar por las galaxias, y la emblemática e imprescindible El viento a favor, toda una declaración de principios, una bandera blanca de esperanza plantada en medio del océano.

Espectáculos como el de Bunbury demuestran la capacidad del rock para reinventarse en los tiempos de crisis. En esos momentos difíciles solo los más hábiles saben mantenerse a flote. Y está claro que Bunbury es un prestidigitador magistral, un corsario elegante que maneja el micrófono con el arte del sable, un capitán fiel dispuesto a hundirse con su navío porque hace ya mucho tiempo que perdió el miedo a los naufragios. Dueño y señor de los vientos, Bunbury ordena las mareas a su antojo, con más precisión que la mismísima luna. Y navega entre dos aguas mirándose en el espejo del cielo, pues él mismo es la estrella del norte. La más grande. Es patrimonio de los magos y de los marineros viajar a ninguna parte y llegar a todos los puertos de la emoción.

Bunbury tomó su nombre de un personaje de La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, y tal vez de Baudelaire la convicción y la certeza de que hay que ser sublime sin interrupción.

lunes, 27 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (VI): Bunbury, por Ángel Vázquez

EL MIEDO A TRASPASAR LA FRONTERA

Tan mal me cae Bunbury picoteando en ideas ajenas como esa histérica horda de predicadores fundamentalistas que le buscan para ahorcarle en el primer árbol de las afueras del pueblo. Como en aquellos episodios desquiciados del Tomate cuando les daba por linchar a un personaje al azar, que muchas veces no era mucho peor que la propia filosofía del programa, por muy justificada que estuviera la acusación. Bunbury llegó para tocar en Córdoba en medio de una tormenta de rayos, truenos y centellas, en medio de un tsunami hipócrita del que propuse quedarme al margen, pero que finalmente me ha arrastrado y obligado a tomar opinión, y aquí me veo por mi mala cabeza, hablando de ello. Su concierto no decepcionó, ni por asomo, a pesar de que interpretó numerosos temas de su nuevo disco, poco conocidos porque aún no a la venta, aunque si pirateado en Internet.

La vida está llena de fronteras. Grandes y pequeñas, peligrosas o insignificantes. Fronteras que cruzamos o no según nuestra audacia, ambición, descaro o falta de escrúpulos. Fronteras que a menudo da miedo traspasar. Bunbury conoce bastantes de esas fronteras, ha ido y venido sobrepasando sus delgadas líneas rojas, y a estas alturas ya nadie debería sorprenderse al descubrir unas frases de otro en sus canciones. Ya lo sabíamos. El Héroe se ha reinventado a sí mismo, sin miedo, tantas veces que difícilmente podría haberlo hecho sin tomar referencias de acá o de allá, como muchos otros músicos, escritores, pintores, periodistas o arquitectos. La ley, que también existe a la hora de cruzar esta frontera, es la que debe poner las cosas en su sitio. Mientras, hondonadas de frikis buscan en google el origen de miles de frases, encendidos. El aburrimiento es muy malo.

Bunbury, a todo esto, pasea un espectáculo elegante, sumido en su habitual estética cercana siempre a circos, cabarets, clubs, rings y otros recintos en los que la frontera es dudosa en su emplazamiento. Cerró apoteósicamente con Lady Blue y El viento a favor, con orgasmos múltiples entre los acérrimos y pelos de escarpia entre los sensibles. Antes había construido sobre el desierto un repertorio ágil, caprichoso y convincente. Bunbury avanza en un viejo Cadillac por las llanuras de México en busca de su enésimo perfil, de su nueva identidad. Su dni ya es tan confuso como único, visceral, orgulloso y soberbio. Se le escuchó digerible, entrometido en el pop, crecido en el rock, husmeando en la canción popular… Siempre tiene una antena en su tejado para buscar “nuevas ideas”. Aquí si que es verdad que estás con él o contra él. Grita ¡acción!, sufre, se retuerce, emula, se mimetiza, trasciende, rebusca, imita, susurra palabras de amor mientras te apuñala con frases que ahora ya todos dudan de que sean suyas ¿Y qué? ¿Nadie aquí tiene defectos? Yo también los tengo: he plagiado el título de este artículo de una canción de Héroes. Ea, nos vemos en los tribunales.

domingo, 26 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (V): Amaral y Lori Meyers, por Ángel Vázquez

UNA TERAPIA PELIGROSA

Mire doctor: ya se que vine a usted angustiado por mi problema, pero no me va a creer si le digo que se ha resuelto. Si, no me mire así. Agradezco sus esfuerzos, su interés y sus costosas sesiones, pero ya no le necesito. Todo ha cambiado. He visto la luz. Verá, cuando llegué angustiado por ese problema, sí, ya sabe, mi fobia al Vistalegre, la desesperación se abría paso en mis tripas. Ahora lo veo todo de otro color. Aunque le aseguro que no ha sido fácil, ni ha faltado dolor en el proceso. No se ponga nervioso que ya le cuento.

Cuando llegué al concierto mi espíritu no era precisamente el de unas castañuelas. Tenía frescas en mi memoria las ocasiones en las que mis tímpanos me amenazaron seriamente con desertar si les sometía por más tiempo a semejante tortura, no se si llegó a sus oídos la fama que tiene la acústica del lugar. Recordaba que no puedes tomar ni un vaso de agua en la pista, que es donde se cuece la coliflor, que a los pocos minutos las barras encharcan sus aledaños, que en unas zonas te escurres y en otras te pegas… en fin, que mis piernas me guiñaban calambres del tipo de ¿Y si nos vamos?. Venciendo mi fobia me planté ante Lori Meyers. Me sorprendió la cantidad de gente que coreaba sus canciones y la manera en que transmitían ritmo, buen rollo y a la vez lirismo. Lástima que sonaran para cortarse las venas. La ya familiar bola de graves se adueñó del recinto saludando a los habituales y recordándonos que en ese reino manda ella. Para colmo los Lori siguieron al milímetro su habitual formación en gira, con ¡dos baterías! tocando al unísono. Algo así como encerrarse en una tienda de campaña con dos leones. Grave sobre grave. Poco más de una hora en la que pude entrever unas canciones apetecibles y directas que reafirman su noble posición dentro del indie nacional. A esas horas ya sólo podía salvarme un milagro.

Si doctor, ya lo sé. Soy muy delicado. Pero es que si no lo cuento reviento. Pero calle, calle, y escuche, que le hablaré ahora de algo que le va a dejar sin aliento.

Se abre un telón y aparece Eva con una máscara y Juan con el gorro. Un par de segundos en el alambre, en el filo de la cornisa, sin saber que será de mí. Hasta que suena Kamikaze y mis orejas se abren como paraguas seducidas por un sonido pulcro, intachable, perfectamente equilibrado y ajustado a las características del recinto. Ahí acabó mi problema. El ingeniero logró en un minuto más que usted en un mes. Terapia de choque. Amaral se deslizó con comodidad, serpenteante, por un repertorio que exprimió nuevos y viejos temas, llenando un descomunal escenario que conjugaba sencillez con otros conceptos como tecnología, originalidad y eficacia. A partir de ahí la pareja machacó a la clientela con una interminable lista de terapias que por lo que mi respecta me parecieron de lo más eficaz. Hubo terapia de pareja, a través de la química que rezuman en el escenario. Terapia magnética que permitió que los glóbulos rojos se polarizaran ayudando a oxigenarse y eliminar residuos tóxicos (lease malos recuerdos musicales). Terapia génica gracias a influencias y acervos musicales que les permiten mantener un estandar elogiable de calidad, sin necesidad de reproducirlas con fidelidad (Iker, no busques el enigma). La psicoterapia de Carl Roger, que afirma que existe en todo ser humano (lease “grupo musical”) una tendencia innata a la actualización, al desarrollo progresivo y a la superación constante, si se encuentran presentes las condiciones adecuadas. La terapia familiar, que agrupa a clanes enteros frente a un concierto de este calibre. La terapia breve, resumida en fascinantes letras de tres minutos y medio. Las terapias naturales, basadas en argumentaciones que agitan conciencias para que nuestros hijos hereden un mundo habitable. La terapia perfeccionista, la de las canciones de lecturas múltiples, la de dos millones de discos vendidos sin caer en la trampa, la del pop construido sobre rock, la de reflexología a base de pies imposible de permanecer quietos…

Gracias doctor por sus esfuerzos, pero estoy curado. Aunque comienzo a sentir cierta ansiedad. Puede que esta terapia sea tan eficaz como peligrosa porque… ¿Qué pasará conmigo la próxima vez que suene mal?

sábado, 25 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (IV): Amaral y Lori Meyers, por Marta Jiménez

ROJO Y NEGRO

AMARAL
PMD Vistalegre
Jueves 26


No faltaron ni los Alcántara. Mientras el matrimonio setentero de la pequeña pantalla aparecía en su capítulo correspondiente de Cuéntame la noche del jueves, también lo hacían en las gigantes pantallas del Vistalegre. La culpa fue de Amaral. Sonaba El universo sobre mí con decorado de imágenes de los 60 y 70, y ahí encajaron Antonio y Merche junto a los payasos de la tele, Massiel y hasta Arias Navarro, en uno de los pocos trucos extramusicales que el dúo se permitió en su espectáculo en Córdoba. Algo que hizo pensar sobre si ellos no serían una especie de Alcántaras del presente, al caer bien y ser icono de una inmensa clase media.

En fin, con el pabellón hasta la bandera, un sonido más aceptable que en otras ocasiones en este espacio y un montaje tan sofisticado y solvente como el propio grupo, Amaral volvió a la ciudad con el tatuaje de Gato Negro-Dragón rojo en la piel, los colores predominantes de la noche, más un rosario de éxitos y números uno que volaban como proyectiles por la cancha. Dispararon con el primer tema de su último Cd, Kamikaze, todo un mantra del dúo: “porque estas ansias de vivir no caben en una canción porque no importa el porvenir, creímos en el rock and roll. Por eso estamos aquí, equivocados o no”.

Ella con vestido minifaldero negro, máscara de gato y botín de aguja; él con su inseparable gorrito y manga larga, a pesar del horno que era Vistalegre, ambos en medio de un escenario sorprendente: cóncavo y muy estético.

Eva, que se define insegura y tímida, supo transformar ambas debilidades en plena energía. Posee poderío en la voz, toca la armónica y cualquier percusión que se le cruce, salta a la par que el público, da calorcito y es tan ultraprofesional como Juan. Él dejó de ser mudito por una noche y cantó en el bis Es sólo una canción, con guiño a The Clash incluido.

Antes, el público ya había coreado casi todos los singles: Cómo hablar, Toda la noche en la calle o Resurrección. Tras casi dos horas y media de energético concierto, los de la jornada de ocho a tres comenzaban a bostezar y a mirar el reloj. Al principio habían tocado los granadinos Lori Meyer, dando buena cuenta de por qué son ya algo más que una revelación. Y para revelación, la que tuvo Amaral en Córdoba al conocer a Bob Dylan hace cuatro años. Por eso no había quien les echara del escenario.

viernes, 24 de octubre de 2008

Música para un perol alternativo

Para el día de San Rafael, una propuesta bizarra en Radio Córdoba: Raphael, Raffaella Carra, y algo de equilibrio con la elegancia de Carla Bruni y Álvaro Tarik

Puede escucharse aquí

jueves, 23 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (III): Facto Delafé y las Flores Azules, por Ángel Vázquez

EL ARTEFACTO DE LA FE ***

Mi profesor de filosofía decía que solo hay que creer los artículos de la fe. Así que, incrédulo pero voluntarioso, animado por la salva de piropos que, cual obsesivo enamorado, Núñez va disparando en su honor, me encaminé a la Corredera para conocer ese misterioso artefacto sonoro que abría una noche que se anunciaba como “de hip hop”. Mis respetos por delante, nunca los raperos fueron santos de mi devoción, lo cual no les quita ni añade mérito, así que la noche se movería entre el escepticismo y la curiosidad. La fe mueve montañas, y esta fe que resultó aparecer en el escenario removió en mi sensaciones dispares pero deliciosas, más de las esperadas, en un concierto coqueto, naif, recubierto de serpentinas y papelillos, de pompas de jabón, de una familiaridad espontánea y más allá de todo ello impregnado de calidad.

Facto, cubrió la retaguardia con un gusto exquisito, que huyó de los tópicos sonoros del gremio y se internó por bosques mucho más apetecibles, sin rudezas, sin excesos de samplers o desquiciados scratch, pincelando con pianos de otra época o con preciosistas detalles difíciles de identificar pero de rápida asimilación auditiva, una banda sonora perfectamente ensamblada a las proyecciones que se sucedían al fondo del escenario. Por delante, Oscar DAniello Delafé y Helena de las Flores Azules cogieron su chistera y fueron sacando olores y sabores aterciopelados en los que la palabra no es arma sino instrumento colorista, en los que la voz es dulce y salada, comestible, envolvente, acaramelada, vaporosa, como si te rascara la espalda en medio de la siesta. Son una pareja perfecta porque saben repartirse los papeles, (se han casado, Gabi Mariñas dixit) que se vuelven complementarios, encajando como piezas gemelas, construyendo así un discurso no solo creíble sino convincente en el que el pop nada a sus anchas, en el que la línea de lo cursi nunca llega a traspasarse y en el que un interminable juego de voces y gestos acaba por redondear su creación. Él es como un pintoresco aviador llegado de otra galaxia. Ella aparenta fragilidad, ternura, inocencia, es una princesita. Juntos son una bomba emocional.

Para cuando salieron La Excepción andaba yo aún por las nubes. Me devolvió precipitadamente a la tierra el sonido rotundo de la banda de Carabanchel, fiel a su estela y adjetivos, orgullosa de la procedencia callejera del proyecto, incómoda a veces en sus mensajes, castigando con un repertorio afilado, guasón, premeditadamente chano, concebido para desguazar lo que nos rodea sin escrúpulo alguno. La gente se lo pasó en grande con sus ocurrencias, sus chistes, su visión de lo urbano más cercano al arrabal, su falta de poses y su verborrea suicida. Vísceras frente a delicatessen. Dos formas de ver pasar la vida, de vivir la calle, de relacionarse con los demás, de entender los despertares y descifrar los atardeceres. Dos polos opuestos con público propio, fiel. El de Facto más heterogeneo y soñador. El de La Excepción, más perfilado, con los pies en los adoquines y el barrio en la mochila. Artefactos ambos para la misma fe.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas: Calamaro, por Marta Jiménez

NOBLEZA ROCKERA

Andrés Calamaro
Teatro de la Axerquía
Jueves 18 de septiembre.


La noche caminó al revés. Gran retraso en el comienzo del show, un telonero que fue post y Andrés Calamaro en estado puro durante las dos horas incansables que abrieron Eutopía 08. La culpa de todo, otra vez, la tuvieron las cuatro gotas que hicieron temer por el concierto y que hacen preguntarnos por qué en las décadas de reforma de la Axerquía a nadie se le ocurrió techar el escenario y evitar estas crisis. Menos mal que todo se olvidó rápido, en cuanto el comandante del rock hispanoargentino subió al escenario pleno de guitarras (incluso él pasó de los teclados), de voces de acompañamiento y con un repertorio transatlántico.

Gafas negras de aviador bajo el pelucón ensortijado y calavera de brillantes a la espalda. Banda de matrícula de honor, a la altura de la fuerza en escena del rockero. Electricidad e interactuación con un público rendido desde el primer acorde más un acertado repertorio. En resumen, nobleza rockera de las de antes. Algunos fantaseamos con el aroma de aquella Axerquía de finales de los ochenta, época de saltar el murete mejor que entrar por la puerta, y que visitó un buen puñado de rockeros españoles, entre ellos, Gabinete Caligari. Jaime Urrutia fue una de las guindas de la noche del jueves. Andrés tuvo el detalle de invitarle a cantar y el castellano de aceptar. Entonaron juntos Te quiero igual y Cuatro rosas, en pleno karaoke colectivo.

Hubo poco tango y mucho rock. De todos sus discos en solitario y de Los Rodríguez (A los ojos, Todavía una canción de amor, Sin documentos). Algunas del último, La lengua popular y momentazos con Los aviones, Estadio azteca, Me arde o Paloma. Divo y verboso, Calamaro se despidió mil veces para volver otras tantas con un éxito mayor en la recámara. Estaba pletórico y logró contagiarlo. Por eso le perdonamos que creyese estar en un anfiteatro romano. Son las cosas
del César.

No fue justo que después de tanta explosión, Josele Santiago se quedase en familia. Los que se fueron se perdieron un concierto honesto y sobresaliente.


martes, 21 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas (I): Calamaro, por Ángel Vázquez

UN PUÑETAZO EN LA BOCA ****

Calamaro levantó el telón y dijo: “¿Dónde está ese tío?”. Se hizo el silencio. Cuando me encontró, vino, se quitó las gafas y me dio un puñetazo en la boca. Con toda la razón del mundo, para que nos vamos a engañar. Un puñetazo tan merecido como efectivo.

La leyenda le precede, y como las leyendas urbanas están para creerlas… pues piqué. Pocas estrellas sonoras como Calamaro aglutinan tan ingente colección de chismes sobre los diversos capítulos en los que se desglosa su vida. Sobre sus poses, sus adicciones, sus conversiones, sus aflicciones… Sugestionado por tal retahíla de blasfemias me senté en la Axerquía esperando a un tipo domado por los avatares, de vuelta de todo, hinchado por los cambios de hábitos, meloso en su nueva vida, transformado por la paternidad, manso, y tal vez cansino en cuanto a canciones fetiche. La noche del viernes, sin saberlo, sin quererlo, sin darme cuenta, empujado por “lo que dicen”, por el “¿Sabes qué…?” hubiera ganado la carrera de sacos para tontos llenos de prejuicios. Por eso Calamaro me enfiló desde la primera nota, me golpeó sin mediar palabra, el muy bruto, y me hizo volver al mundo de la realidad, de la cordura, de “primero escucha y luego piensa”. Los críticos también somos humanos y pecadores.

Hay quien se entretiene en hacer 2000 abdominales diarias. Calamaro hace canciones. Muchas canciones. Las hace al por mayor, sin ninguna vergüenza ni pudor. A cientos. Las hace redondas. Y luego viene a Córdoba y las canta con una banda arrolladora, eficaz, medida, eufórica, atronadora… No se como lo hizo, pero fue un concierto de rock and roll abrasante sin necesidad de prescindir de su guiños tangueros, de algunas rarezas, de sus baladas, o de fragmentos recitados del Martín Fierro. Después del puñetazo desperté dentro de una bola que rodaba colina abajo con cuatro guitarras haciéndome arder el estómago, un bajista que toca a la altura de las rodillas como una apisonadora, El Niño en una batería sublime que apostaba por reventar mi cabeza y el viejo amigo Tito Dávila tras un hammond belicoso y detallista. ¿Y Calamaro? Pues saltando, corriendo, chillando (¿Mika?), exhibiendo poder en tonos altos, blandiendo el pie de micro arriba y abajo como si fuera una pluma, haciendo el pollo, el ganso, sudando la camiseta y tocando un amplio y aplaudido repertorio sin perder el resuello. Buff. Calamaro en plena forma. Calamaro entregado, quitándose las gafas para saludar una y otra vez, como diciendo “este soy yo, de verdad, sin antifaz…”. Calamaro desconcertante, cercano, agotador. Calamaro escalando de nuevo la cumbre a base de proteina (no más otras ina) y dando patadas a la chismología en un juego tan eficiente como saludable.

Hacía años que no asistía a un concierto tan embaucador. Hacía años que un directo no me sorprendía tanto. Que alguien no me animaba a bajar a la barrera. Y eso ya lo pensaba antes de que saliera Urrutia y cantara el Cuatro Rosas. Imagínense después. No voy enumerar las canciones. Ni a explicar la cara del público, sus manos, sus movimientos, su entrega… ¡Pues claro que tocó Paloma! Y Flaca, y Sin Documentos, y El Salmón, y …bueno, no iba a hacer ninguna lista, dije. Me puede. Me dejo llevar. Josele Santiago se tuvo que conformar con unas sobras que tampoco fueron migajas, pero es que después de Andrés muchos más de los que pudiéramos nombrar lo hubieran tenido muy difícil. Nunca pensé que un puñetazo pudiera saber a gloria.


lunes, 20 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Crónicas cercanas

A partir de mañana comenzaré a publicar en este blogs las crónicas de los conciertos de Eutopía 08 que escribimos mis colegas Marta Jiménez y Ángel Vázquez y un servidor.

domingo, 19 de octubre de 2008

Autopía: eutopía: Episodio 10: La ciudad interior

 
Dejé a Loquillo emulando la obsesión gimnástica de El Córdobés, y me alejé del Vista Alegre bailando bajo la lluvia. No era, en absoluto, el efecto de la última jornada de conciertos, sin duda la más apática de las eutópicas, pero sí el resultado de tanta emoción acumulada en estas fechas. Saltando de charco en charco, me preguntaba si la creación es el fruto de un acto voluntario o de un afortunado accidente. Un coche, ebrio de ragatón y prisas, me dio la respuesta adecuada salpicándome de barro. Llegué a casa hecho un cristo, besé los cabellos de mi mujer durmiente y, bajo el agua templada de la ducha, me puse a recordar la intensidad de estos días.

Por el desagüe se fue lo banal, el sumidero se tragó lo contingente, pero poco a poco fue emergiendo lo necesario y llegaron los ecos de cal y de arena, de polvo y cemento, y comprobé que en cada superficie las huellas imprimen una memoria distinta.

Será difícil olvidar la honestidad mestiza de maestros como Calamaro y Bunbury, la eficacia profesional de Amaral, la energía inagotable de Lori Meyers, la sobredosis de optimismo de Facto Delafé y las Flores Azules. He compartido la sensación general de que todos ellos nos dieron lo mejor de sí mismos, de que nos regalaron su mejor versión.

Indeleble será también el registro de la sarcástica respuesta de Sabino Méndez cuando le preguntamos por su relación con la literaria generación Nocilla: “Cuando llegó la Nocilla yo ya estaba con la heroína”. Inmarcesibles parecen los frutos callejeros de la curiosidad y las artes, de los entreactos y las conversaciones, de las palabras, los pinceles y las miradas, de cada propuesta, de cada gestación, de esa infinita ilusión del embarazo.

¿Ninguna crítica? Pues claro que sí: Todas las precisas para que el motor no se detenga: Más riesgo y más abismo, más Europa y más barrio, más ansias migratorias, menos fronteras intelectuales y morales. Lo que haga falta.

La ciudad respira. Está saliendo el sol. Las aceras laten. Salvaje es el viento.

sábado, 18 de octubre de 2008

Autopía: Eutopía: Episodio Nueve: Cuestión de respeto

No hace demasiados años, en La Boca del Lobo, reducto mágico de la noche madrileña, los casi dos metros de Loquillo entraron en el local desplazando público y atmósfera y se plantaron junto a la barra. Oteando el panorama con esa visera que lleva por flequillo, distinguió en la planta superior la silueta bailona de Santiago Auserón. El pívot del rock fue a ver al medio centro del pop, quien le saludó diciéndole: “Mis respetos, don José María”. El Loco le estrechó la mano y le contestó: “Sus respetos, no, don Santiago: los míos. Que usted es mayor que yo”.

La escena es verídica y refleja a la perfección la arrogancia desbordante y genuina que derrama el tipo que un día dijo que quería ser una rock and roll star. Confieso que siempre me ha parecido entrañable su insistencia en demostrar su cultura francesa, su amplitud de registros, su compromiso social, su bagaje literario, su savoir faire. Jamás he comprado un disco suyo, pero la única vez que fui a verlo en directo acabé pasando un rato estupendo. Entre los intereses de esta noche está esa rareza que supone en su repertorio la fantástica canción titulada Sol, compuesta por el amigo Sabino Méndez. Un tema que ya quisieran para sí la mitad de los grupos indies de este país y que Loquillo interpreta con misterio y convicción. Un buen argumento para pasar hoy por el pabellón.

Otro es Iván Ferreiro, capitán pirata de una fascinación generacional que compartí en algunas ocasiones, sobre todo con la impactante Años 80. Su trayectoria en solitario sigue logrando el respeto general, respeto que en Córdoba adquiere tintes de reverencia.

Y también estará Quique González, quien merece todos mis respetos como kamikaze de la industria discográfica y pájaro mojado del sistema. Sin embargo todavía no he encontrado el camino para interesarme por su propuesta artística.

Loquillo cierra la lluvia de incunables estrellas que nos ha traído esta tercera edición de Eutopía. Podría decirse que el Festival acaba a la elevada altura de su tupé.

viernes, 17 de octubre de 2008

Autopía. Eutopía. Episodio Ocho: ¿Ana Rosa Bunbury?

Un concierto de Enrique Bunbury es una garantía. Siempre hay excelentes músicos, buenas canciones y actitud de artista. No se arruga frente a públicos hostiles con sus gestos y consignas antifascistas. Por razones como éstas y por algunas declaraciones valientes, Bunbury comenzó a interesarme. Por eso y, por supuesto, por canciones tan deliciosas como las que encerraba su álbum Pequeño.

Por desgracia, el concierto de esta noche viene inevitablemente salpicado por la polémica sobre la apropiación de varios versos y reflexiones de Pedro Casariego Córdoba (un poeta notable, no muy popular, que se suicidó en 1993, a los 37 años). Entre otras cosas, Bunbury se ha quedado con el verso que definió la actitud vital de Casariego y aún hoy lo identifica: “Soy el hombre delgado que no flaqueará jamás”. Lo ha usado como título del primer single de su nuevo disco, Helville de Luxe, en el que incluye otras perlas del mismo autor.

Lo peor es que Bunbury ha calificado de “chorradas” las reclamaciones de la familia del agraviado, con el argumento de que el acto creativo es una suma de influencias y referencias. Así es, pero cuando la influencia transcribe literalmente frases e ideas ajenas puede estar a un paso del plagio. El respeto y la admiración se generan a partir del hallazgo de algún verso, así que es de ley saber quién es su verdadero autor.

Hubiese sido muy fácil reseñar estas referencias, y no haría falta un libro para explicarlas, como ha señalado su manager: bastaría con indicar, tras cada verso, de quién es. Porque anotar una frase ajena en tu cuaderno no la convierte en tu frase.

Bunbury ha demostrado que sabe hacer cálidos homenajes y fantásticas versiones. No entiendo por qué ha usado recursos propios de Lucía Etxebarría o Ana Rosa Quintana, famosas maestras del timo de la intertextualidad y de echar las culpas al torpe del “negro”.

A pesar de todo, esta noche iré al concierto. Espero que sople el viento a favor (verso original de Bunbury: El viento a favor. 1999).

jueves, 16 de octubre de 2008

ESta tarde: Seduciendo a Dios

Autopía: Eutopía: Episodio Siete: El enigma Amaral

No: el enigma Amaral no consiste en saber por qué venden tantos discos. De hecho, existe cierto consenso entre una gran parte del público y de la crítica respecto a lo reconfortante que resulta que sea este tipo de apuesta la que esté en los primeros puestos de las listas de ventas en lugar de algunos de sus otros inquilinos habituales (tendremos el buen gusto de no poner ejemplos).

Pero, como decía, el éxito comercial de Amaral no es el quid de este asunto. Para mí el verdadero “enigma Amaral” consiste en la siguiente paradoja: Eva Amaral y Juan Aguirre suelen nombrar entre sus influencias a maestros como Van Morrisson y David Bowie, fueron teloneros de Bob Dylan, y en una canción nombran el fantástico Marquee Moon, de Television. Entonces: ¿Por qué componen esas canciones?

Como teloneros de lujo de Amaral estarán Lori Meyers. La primera canción que escuche de ellos fue Ya lo sabes. La emitieron en Radio 3 sin anunciar quiénes eran y pensé que tal vez se tratase de Malcolm Scarpa o de Tarik y La Fábrica de Colores. No encontraba más candidatos posibles entre los músicos españoles contemporáneos (y mirando más atrás sólo pensaba en Los Brincos) que fuese capaz de parir una canción con la frescura, la naturalidad y las referencias de ésta. Sin embargo, sus responsables eran unos tipos insultantemente jóvenes, de Granada, integrantes de una banda que ahora encabeza las nuevas generaciones de pop andaluz.

Antes de estos conciertos comienza “¿A qué sabe Eutopía? “. Preguntarse por el sabor de un festival me recuerda bastante a aquel spot que se preguntaba: “¿A qué huelen las nubes?”. Y, por supuesto, estoy de acuerdo con que todo lo que es sensible puede llegar a ser percibido por los sentidos más inesperados, del mismo modo que hace poco afirmé que lo inmaterial también puede suicidarse (puede hacerlo todo lo que cumpla la premisa esencial: estar vivo: algunas cosas, pongamos por caso, muchas instituciones, jamás podrían suicidarse porque no han estado vivas nunca).

miércoles, 15 de octubre de 2008

Canciones para un día perfecto

Programa realizado con Marta Jiménez y emitido en Radio Córdoba el pasado lunes 13 de octubre:
flow, Lions In Love, Outkast, Burt Baccharah, Kiko Veneno, Pet Shop Boys...

Escúchalo aquí

Autopía. Eutopía. Episodio Seis: El suicidio como utopía

El suicidio no es patrimonio de los artistas, como a veces parece. Ni siquiera de los humanos. Se suicidan hombres, mujeres, David Foster Wallace, pero también se suicida el tiempo, las esperanzas, las relaciones, las utopías, y hasta se suicida el verano y en su funeral llueven lágrimas sobre esta ciudad.

Esa lluvia aconseja que las Conversaciones en la azotea se trasladen a un espacio cerrado, dentro del mismo edificio. Las de esta tarde tratarán inevitablemente del suicidio, delicadísimo asunto en el que los que nos quedamos encontramos menos respuestas que los que decidieron irse. Suelo hallar un legado de coherencia en cada suicidio, pero nunca me he considerado suficientemente valiente ni bastante cobarde como para tomar esa decisión.

Sobre el suicidio de un amigo nos habla Félix Romeo en su último libro, Amarillo. Un texto violento a pesar de su serenidad, alegre pese a su tristeza, vital a pesar de su duelo. Romeo prueba a soltar el lastre de un arrepentimiento infundado y revive a su amigo Chusé Izuel, y en ese ejercicio reinventa el lema de su influencia punk: Si ya no hay futuro, con un libro como éste, el pasado se hace presente.

Sobre el suicidio de la amistad, entre otras muchas cosas, trata el libro Corre, rocker, de Sabino Méndez, autor de las letras más relevantes que ha interpretado Loquillo* (la mítica Cadillac solitario, la casi indie Sol, la polémica La mataré…).

Romeo y Méndez son conversadores lúcidos, tipos ilustrados con los que resulta fácil aprender y divertirse. Su presencia garantiza interés y dinamismo. Aunque quizás la sorpresa de la jornada será la muy estimulante María Eloy-García, poeta malagueña que jamás ha suicidado su afán de curiosidad ni su personalísima capacidad de observación.

No se suiciden: vayan a escucharlos.

* Me cuentan que será precisamente el Loco quien sustituirá a Marlango, después de la espantá de la Watling, que por lo visto ha decidido a última hacerse un cine, o algo parecido…

martes, 14 de octubre de 2008

CONVOCATORIA: EL EJÉRCITO DEL FUTURO

Autopía. Eutopía. Episodio Cinco: Romper el fuego

El pasado lunes, la cita con Javier Cercas comenzó con demasiado retraso. Un sector del público demostró su indignación de una manera un tanto brusca y se creó un silencio incomodísimo. Entonces Micaela Navarro, tras pedir sinceras y reiteradas disculpas, animó a los presentes a romper el fuego (literalmente: “comenzar a disparar”). Lapsus o metáfora, la expresión de la Consejera no fue sólo apropiada por la tensión del momento, sino que merece ser declarada como el hallazgo más eutópico de esta edición: si para romper el hielo optamos por romper el fuego no habrá utopía que se nos resista.

La conversación con Javier Cercas fue regalando respuestas cada vez más interesantes y reveladoras. Su irreductible obsesión lingüística (“la sintaxis es la ética del escritor”, llegó a afirmar) debería ser algo común en los cada vez más despreocupados mundos de la literatura y del periodismo. Cercas confesó que constata cotidianamente un sinsentido: que son los propios periódicos los que menos respetan sus propios artículos. Es algo que todos podemos comprobar, y que ocurre en un país en el que, como bien indicó, la mejor literatura se ha escrito en los periódicos. Y parece que Cercas está harto del asunto, porque, entre dientes y entre líneas, dejó caer que tal vez pronto dejaría sus colaboraciones en El País (Afortunadamente, un piropazo de nuestra compañera y sin embargo amiga Marta Jiménez le arrancó el compromiso de seguir haciéndolo durante una temporada más).

Mientras tanto, nos vamos acercando a la traca final de Eutopía. Eva Amaral se prueba minifaldas, a Bunbury lo están peinando y Loquillo calienta en la banda para sustituir a los Marlango. El Vista Alegre abrirá sus puertas para burlar a la caprichosa meteorología de estas jornadas. Así se gana en seguridad lo que se pierde en acústica y estética. Pero antes, esta tarde noche, la miscelánea cultural se sigue filtrando por todos los rincones de la ciudad. Tomen aire, preparen sus armas, rompan el fuego.

lunes, 13 de octubre de 2008

Autopía. Eutopía. Episodio Cuatro: Una felicidad libre de euforia

Con una lucidez extraordinaria, el poeta Juan Antonio González Iglesias nos enseñó que existe una felicidad libre de euforia.

Pero a veces la euforia es ajena a la felicidad. Esta ciudad admite chaparrones de agua, de sol y de fiesta, y el hombre del tiempo confunde isobaras, borrascas y anticiclones.

La mejor sensación en estos días tan ficticios y esperanzadores como los cuentos de la lechera es que, al final, lo menos capital es lo de la capitalidad. Tenemos canciones, colores, globos, confetis, efímeras pompas de jabón. Qué más queremos. Qué más podríamos pedir. Los artistas se enternecen sobre nuestras ruinas. Los aplausos rebotan en los balcones, las campanas de las iglesias se vuelven irreverentes.

En un día laborable de septiembre, quien viva o visite esta ciudad confusa puede alternar las cañitas con el circo y las tapas con el Cercas.

Y si llueve nos da igual. Ya lo dijo Kiko Veneno: "Estaba lloviendo y yo me mojé, una vez que llueve, ¿me voy a esconder?". De pronto nos acordamos de algo esencial: la vida está en las azoteas. Pero antes, en la Filmoteca, podemos soñar que el ascensor se detiene entre el séptimo piso y el séptimo cielo, gracias al delirio de Spike Jonze, al veneno de John Malkovich, a los pasos de baile de Christopher Walken. No muy lejos, en la pretenciosa Avenida de la Libertad, comprobaremos que las repúblicas independientes no siempre se compran en Ikea. Solimán y compañía nos proponen una deconstrucción emocional de los vehículos, una mecánica ilustrada, una revolución tuneada rebosante de arrojo estético.

También es inevitable asumir que existe una infelicidad plena de euforia. Una ceguera sin elogios. Una entrega sin justificaciones. Nos movemos por inercia. Pero, al fin y al cabo, nos movemos. Y para moverse hay que renunciar a esa siesta secular que ya parecía eterna. Hace veinte años no nos gustaban los lunes. Pero un lunes como éste nos regala una nueva oportunidad. Otra utopía.

domingo, 12 de octubre de 2008

Autopía. Eutopía: Crónica de Facto Delafé y Las Flores Azules



El amor está en el aire


Facto Delafé y Las Flores Azules y La Excepción.
Lugar: Plaza de la Corredera.
Día: Sábado, 20 de septiembre. Acceso gratuito

Los caminos de la emoción son inescrutables. Pero parece que tanto Facto Delafé y Las Flores Azules como La Excepción disponen de personalísimos y eficaces GPS que siempre sugieren rumbos certeros y ofrecen paisajes emocionantes.

La tercera edición de Eutopía sigue adelante, y su combustible incluye una energía estimulante: la que se destila al comprobar que esta ciudad es capaz de demostrar suficiente curiosidad, flemática pasión y renovado interés por la oferta cultural y de refrendarlo en cada convocatoria.

La Plaza de la Corredera acogió el sábado una fascinante demostración de contraste y versatilidad. Afortunadamente, el rap es un recurso que trasciende y supera los esquemas del hip hop, y su fondo de armario no se limita a los chándals.

Facto Delafé se sirve de una estrategia amable, elegante y descaradamente romántica, y sabe dar pases de gol mirando a otro lado, como el inolvidable Michael Laudrup. La Excepción sudan, gritan, tal vez meten más goles. Pero son otra cosa. El sábado jugaron dos equipos antagónicos en el escenario. Y también se movió el banquillo: el público se renovó fluidamente entre ambas actuaciones y quienes llegaron de tomar cañas y con bolsas de botellón ocuparon el espacio de los que se fueron a cenar. Algunas veces, estas cosas siguen una curiosa lógica.

La Excepción es un grupo entrañable, noble, muy cercano, pero no consigue espantar cierta sensación de mimetismo cansino, ni superar la empachosa importación de actitudes, modos, modas y maneras. Curiosamente, los mucho más delicados Facto Delafé pueden sabotear las apariencias y llegar a resultar mucho más peligrosos: Porque hablar de amor en el siglo XXI es más arriesgado, revolucionario y subversivo que esa aburrida y frecuente poesía de pupitre que pretende ser antisistema y declararse políticamente incorrecta. Escribir una canción positiva es mucho más difícil que seguir quejándose. Para la ternura nunca hay paciencia. Por eso es reconfortante constatar que junto al rencor y la frustración, algunos días nos traen canciones bonitas, buenas sensaciones, ganas de pasarlo bien.

Por ejemplo, que Facto Delafé señale a Los Planetas como una referencia es algo sorprendente, decididamente refrescante. Que disfruten de una canción como Un buen día da muchas pistas sobre sus intenciones. En su estudio hay un póster del Aladdin Sane de David Bowie. No es poca cosa.

Tal vez no queremos darnos cuenta de que el gas puede ser natural. Y quizá la apuesta de este grupo genera demasiadas suspicacias que se nutren de prejuicios: sin embargo es frecuente comprobar cómo quedan en evidencia si sacudimos los argumentos que se arrojan contra ellos. Porque lo cierto es que Marc Barrachina exhibe un aluvión de exquisitas referencias rítmicas y de arreglos intachables. Y que Óscar D'Aniello es un animal de escenario infatigable, vocero y boxeador, que salpica sudor y entusiasmo. Y que Helena Miquel, no es un secreto, tiene una voz única, una sonrisa bellísima y además canta mejor que nadie. A esta táctica, pletórica de belleza y eficacia, se suman en el directo la habilidad de un técnico de sonido inteligente, eficaz y directo, y una fascinante y ecléctica propuesta audiovisual.

Canciones como Mar, el poder del mar, La fuerza, o Enero en la playa representan un impulso inesperado en la oferta pop de este país. De repente, sientes que alguien te regala un abrazo. Que son generosos y valientes. Y que, aunque no lo parezca, van contra corriente. Surtidos de vitaminas buenas, son un estupendo recurso para jugar a estar vivo. Frente al mercado de vacas en formol, nos proponen un globo, dos globos, tres globos. Nos invitan a cerrar los ojos o a mirar la señora luna.

Si somos objetivos, concederemos que las lecciones de coros y danzas que nos dieron Facto Delafé y Las Flores Azules nos sitúan en la delicada frontera que separa al decoro del rubor. Pero quién quiere ser objetivo. El que se atreve a saltar esa línea imaginaria puede volver a subirse a un columpio, a deslizarse por un tobogán infinito. La infancia es un estado de ánimo. Los grandes magos nunca desvelan sus trucos. La ilusión se alimenta de secretos. La felicidad puede ser contagiosa. Y hay noches en las que una canción es suficiente para sentir que el amor ya está en el aire.

sábado, 11 de octubre de 2008

Autopía. Eutopía. Episodio tres: Facto es la excepción

Conozco pocos casos que provoquen respuestas tan viscerales como Facto Delafé y Las Flores Azules. Algunos los odian. Otros los amamos. Algunos los menosprecian. Otros aplaudimos su ausencia de prejuicios, su empacho romántico, sus invencibles ganas de vivir.

A mi edad, y a mis kilos, salto y lloro en sus conciertos, pero conozco a gente de intachable criterio que no los traga ni pa’ Dios. Será que en nuestros días lo provocador es amar. Tal vez mi fascinación brota del impacto que me produjo reconocer que se podía partir del hip hop (uno de los géneros musicales que menos me interesa) para obtener resultados indiscutiblemente pop. De pop brillante. De pop gigante. Pero es no sólo del rap vive Facto. Marc Barrachina dispone de un arsenal de referencias y recursos (desde un sampler de The Flaming Lips a esas líneas de piano que hermanan a Burt Bacharach con Erik Satie), y los desliza con elegancia y puntería entre los parlamentos domésticos de Óscar D'Aniello. Además, está Helena, Helena Miquel, un rayo de luz. Y con Helena todo es más fácil, con ella todo es mejor. El barrio es más hermoso desde que apareció. Helena derrocha encanto, dulzura, caricias y aromas, tiene el don de iluminar la atmósfera y hacer latir el corazón cada vez que canta, cada vez que habla, cada vez que baila, cada vez que sonríe… La vida sobre ruedas, al fin. La vida en bicicleta.

Cuando escuché su primer álbum, sólo aprecié tres o cuatro buenas canciones. Se lo comenté a Juan Clemente (el hombre que más sabe de música del mundo), y él me dijo: “¿Te parece poco?”. Una respuesta ejemplar, magistral, demoledora. Con el segundo disco la excelencia supera la media docena. Un menú exquisito perfectamente integrado en el arrebatador planteamiento de sus directos. Si alguien duda de disfrutar de este regalo (el concierto es gratis, pero en absoluto gratuito) puede decidirse viendo sus videos, disponibles en Youtube.

No es fácil conseguir que el buen rollo recupere su sentido, tan prostituido, tan devaluado. Facto Delafé lo logran sin despeinarse, pedaleando. Esto no se para.

viernes, 10 de octubre de 2008

Autopía. Eutopía. Episodio Dos: Escenarios sin fronteras

David Bowie, Lila Downs, Chano Domínguez, Buena Vista Social Club, Lou Reed y, por supuesto, mamá Martirio, son algunos de los amigos que aparecen en la página de MySpace de Son de la Frontera. Si nos definimos por nuestras amistades, no cabe duda de que esta gente disfruta de las mejores compañías. Se puede ser serio transmitiendo alegría. Se puede ser honesto sin renunciar a ser valiente. Y ellos lo son. También se puede ser mártir siendo simpático. Y se puede ser Chico cuando se es tan grande.

Eutopía nos regala una de las propuestas más emocionantes dentro del panorama del nuevo flamenco. Afortunadamente, aquí hay muy poco flamenco fresquito y mucha pasión, dulce rigor y un buen puñao de arte. Hace unos meses escuché a Kiko Veneno preguntándose si él tendría algo de culpa en la eclosión de Melendis y similares, pero estoy convencido de que el maestro no se avergüenza de discípulos como Chico Ocaña.

Antes, en varios puntos emblemáticos de la ciudad, el teatro abre sus ventanas para que entre el aire fresco y recupera una de sus funciones esenciales: estar cerca de los ciudadanos, resultar directo, ser popular. La eficacia de lo simple, en el mejor sentido de la palabra. La Caja del Agua y Eduardo Chivite rescatan la esencia y actualizan la tradición para regalarnos quince piezas que abordan temas tan universales y cercanos como el amor, la muerte, el sexo o la política. Un reto para los autores, y una bendita prueba de fuego para los directores, escenógrafos, actores y actrices.

Esta noche los escenarios parecen dispuestos a traspasar fronteras y a poner dinamita en las aduanas de la cultura. Que así sea.

jueves, 9 de octubre de 2008

Autopía y Eutopía: Episodio Uno: Calamaro



A partir de hoy iré copiando las columnas que escribí para el Diario Córdoba a propósito de este Festival de la Creación Joven. A veces, la actualidad no es tan rabiosa como la pintan... Let me start with... Calamaro...

Marinero y capitán

Lo que menos me gustaba de Calamaro era su incapacidad de autocrítica. Alguien que dinamita la paz discográfica sacando en dos años consecutivos un álbum doble (Honestidad brutal, 1999: 37 canciones) seguido de uno quíntuple (El salmón, 2000: 103 temas) tiene que caer necesariamente bien, pero un gesto como éste no significa sólo rebeldía, también denota autocomplacencia. Una tendencia también perceptible en su afán por editar los dos volúmenes de Grabaciones encontradas (tal vez pensó: “mirá, esto que se me ocurrió hace diez años, como se me ocurrió a mí, seguro que merecerá la pena”). La obra de Andrés Calamaro está llena de ejemplos de su enorme capacidad artística, pero delata que se gusta demasiado. Y eso, precisamente, era lo peor de él. Ahora me fastidian más sus poses en las entrevistas, los morritos que pone al hablar y al cantar, el regodeo que nace de la convicción inalterable de ser un genio (al que hay que aplaudir cualquier ocurrencia, por vana que sea).

Siempre he defendido que, al margen o gracias a sus excesos (pero sobre todo por su demostrada lucidez), en cualquier entrevista a Calamaro se encontraba algo interesante que rascar (recuerdo con especial agrado la que publicaron en la edición argentina de “Los Inrockuptibles” el año pasado, con ocasión de la edición de su último disco, La lengua popular; quizá fue la última muestra de su talento —la entrevista, más que el disco). Sin embargo, cuando lo vi hace unos meses en los programas de Quintero y Eva Hache, no tuve más remedio que preocuparme. Tanto mesarse los cabellos, tantos tics, tanta frase suspendida… demasiados gestos que no auguraban nada bueno. Hoy tendremos la oportunidad de comprobar si el barco de Calamaro apunta hacia la deriva o continúa con buen rumbo.

Personalmente, siempre me gustó más cuando era marinero que cuando se supo capitán.

CODA: Acudan a tiempo para disfrutar de Josele Santiago. En mares tan estimulantes como el de esta noche lo mejor suele salir de la voz de un gran pirata.

THE REAL POSTDATA: Calamaro derramó un gran, enorme, inolvidable concierto. El final de trayecto nos hizo jurar que es grande.

Y esta noche, en el Galileo, el gran y denostado Kevin Johansen

Lois, Lois, Lois


Con toda la que está cayendo y con el daño que se le está haciendo a mi ya estrujada economía, la noticia que más me ha afectado en estos días de la crisis es el cierre de Lois, esos vaqueros. Adscrito a los Lee, los Wranglers y hasta a los Old Chap, y maternalmente enfrentado al libertinaje spótico de los Grins ("No soporto señora que me diga lo que debo hacer..." cantaba su anuncio), los Lois ciñeron los desarrollos de mis vecinas y despertaron los más sublimes sueños eróticos del niño bobo que fui. El Lois ha muerto. Viva el Lois.

miércoles, 8 de octubre de 2008

martes, 7 de octubre de 2008

De sastres y desastres

Nunca me gustaron los entrenadores de diseño. Siempre he creído que el mejor entrenador es el que menos interviene, el que menos estropea el equipo al que ha llegado. De ahí mi curtida admiración por Bartlebys futbolísticos como Del Bosque. El fútbol es tan díscolo y estúpido como la economía de mercado, y los clubes están hasta el cuello de organigramas basura, hipotecados de por vida de dirigentes subprime. Ustedes me entienden. Mijatovic es un broker prehistórico, un patán que se abrillantaba con la gomina del centollo y que solventa sus errores con la eficaz estrategia de los chivatos. Begiristain nació en los altos hornos sólo para morir en los bajos fondos, pero su Armani no disimula ese encefalograma plano que se derrama por su nariz. Dicho todo esto, que tal vez hoy no era necesario, acudo a este estimulante foro para señalar un error de apreciación en mi análisis del trabajo y el mérito de los grandes entrenadores. Cegado por el dañino reflejo de los diseñadores de equipos, hasta esta noche no reparé en la fabulosa labor de los sastres del fútbol. Guardiola, que parece venido al mundo en la pasarela de la elegancia y la educación, es sólo un concienzudo y obstinado sastre remendón. Eso sí: su modelo de cabecera es la bellísima fantasía. Seis a uno. El azar, claro. Y el arte de coser los botones. Montoto y otros saben que lamento de corazón el desastre del Atleti. Tal vez los aplausos que le dedico a Pep no permiten escuchar los ayes que me atraviesan.

lunes, 6 de octubre de 2008

Miguel Brieva: Sin dinero ya no hay rock’n’roll

El remolino saturado y agotador que supuso la oferta de Eutopía me hizo imposible atender de la manera adecuada todas las propuestas que se incluyeron en el programa. De entre todos mis pecados (por omisión, porque de palabra y obra anduve sobrado) destaco como mortal la ausencia en mis columnas de la exposición de Miguel Brieva, aunque afortunadamente (el dios de la cultura, quienquiera que sea, aprieta pero no ahoga) todavía es posible disfrutarla (sólo hasta el día 10, en el Albergue Juvenil, y con un horario de visita bastante estricto: de 12:00 a 14:00 y de 18:30 a 21:30, pero no sean perezosos: merecerá las penas).
Como le decían los vecinos del pueblo de Amanece que no es poco a su alcalde: “Todos somos contingentes pero tú eres necesario”. Así es la voz de Miguel Brieva: el grito necesario de un enfermo, de un enfermo de lucidez y honestidad, de un enfermo apuñalado por la ataraxia social y moral de nuestros días. Nada mejor para contrastar la utopía que un escupitajo de realidad. Nada más eficaz para desinflar el confort hinchado de nuestro tiempo que el pinchazo doloroso de la luz de sus viñetas. En una de ellas, la madre de un bebé responde a las expectativas que sobre el niño arrojan los familiares que lo rodean con esta clarividente sentencia: “Con toda seguridad, y con algo de suerte, será sencillamente imbécil…”
Los pasos de Brieva pisan las huellas de Crumb y escuchan el eco de El Roto. Resulta que para recorrer esta autopista inútil que es la vida hay que pagar un peaje que siempre parece caro y antipático. Instalados en lo analgésico, el precio por entender este chiringuito es azaroso, injusto, ambiguo e individual, y su valor acaba residiendo únicamente en el lugar que nos señala: Esta exposición no es la meta más amable, pero en cambio ningún puerto compensará tanto el esfuerzo.
—“A veces eres demasiado críptico, Gabriel. ¿Qué quieres decir con todo esto?”
—“Pues que vayáis a ver la exposición de Brieva, hombre, por favor, que vayáis”.

domingo, 5 de octubre de 2008

sábado, 4 de octubre de 2008

Dinero y sin dinero

No, no sigo siendo el rey...


Dinero, de Miguel Brieva


Sin dinero, de Charol

viernes, 3 de octubre de 2008

Mundo fnac



Dean Martin: The Very Best Of Dean Martin (The Capitol & Reprise Years). EMI, 1998

Brett Morgen & Nanette Burstein: The Kid Stays In The Picture (El chico que conquistó Hollywood. La increíble historia de Robert Evans). DeAPlaneta, 2004

Sidney Lumet: Murder on the Orient Express. Universal, 1974

Louis Malle: Vie Privée (Una vida privada). Warner Bros, 1962

Martin Ritt: Hud. Paramount, 1962

Jack Smight: Harper. Warner Bros, 1966

Stuart Rosenberg: The Drowning Pool (Con el agua al cuello). Warner Bros, 1975

Andrzej Zulawski: L'Important C'Est D'Aimer. Universal, 1975

Vincente Minnelli: On a Clear Day You Can See Forever (Vuelve a mi lado). Paramount, 1970

Roman Polanski: Chinatown. Long Road Productions & Paramount 1974

Jack Nicholson: Goin' South (Camino del Sur). Paramount, 1978

James L. Brook: Terms of Endearment (La fuerza del cariño). Paramount, 1983

Mike Nichols: Heartburn (Se acabó el pastel). Paramount, 1986

Jack Nicholson: The Two Jakes. Paramount, 1990

Paul Thomas Anderson: Magnolia. New Line Cinema, 1999

Mabel Lozano: Voces (contra la trata de mujeres). Mare Films, 2008

Rockelux Octubre 2008

jueves, 2 de octubre de 2008

La vida por delante


(Foto: Paloma García)

miércoles, 1 de octubre de 2008

Todo por hacer


(Foto: Paloma García)

martes, 30 de septiembre de 2008

lunes, 29 de septiembre de 2008

Paul Newman. Marcado por la belleza (reprise)



Excelente Somebody Up There Likes Me, traducida como Marcado por el odio, el primer protagónico de Paul Newman, guapo hasta decir basta, incluso con la nariz rota. Además de la pequeña pero peligrosa Pier Angeli y del debut de Robert Loggia, en una escena se puede ver a un primerizo Steve McQueen en el papel de pandillero.

martes, 2 de septiembre de 2008

Pulp reality


I've got them in a cheap shirt

La cuarta. Tal vez la quinta, o quizá sólo la tercera vez que la he visto de principio a fin. Decir Pulp Fiction, para mí, es como decir Travolta. Cuando baila no puedo dejar de lamentar que lo acompañe la patosa de la Uma. Entonces, y también años después, en ese patético refrito de asilo que hicieron en una película cuyo nombre afortunadamente ya he olvidado. Negar el baile de Uma no implica reconocer otros muchos hallazgos de este fantástico entretenimiento: las caras de Willis, la brutal banda sonora, el insuperable papel de Keitel (ése que nunca supo entender mi amigo Jurdao). Ayer coloqué a Tarantino en un lugar secundario, pero muy noble. Es otra clase de nobleza la que me obliga a reconocer sus méritos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Más sabe el diablo por viejo


Todos hablaremos de vosotros cuando hayáis muerto

Tanto tiempo después, al fin, una película.
Sentado junto a una Carmen Posadas crujiente e infantiloide ("¿pero por qué lo mata?" se preguntaba en voz alta cuando el personaje magistralmente interpretado por Philip Seymour Hoffman dispara contra su patético clon) no dejo de emocionarme un solo segundo mientras asisto a la demostración sobrada del poderío de un genio. Lumet: 83 años, media docena de obras maestras.
Antes que el diablo sepa que hemos muerto pone a Eastwood, Coppola y Tarantino en su sitio: detrás de Sidney Lumet. Cada escena se resuelve por encima de las mejores expectativas. Ethan Hawke se reivindica tanto como Tom Cruise en Magnolia, Albert Finney se convierte en un clásico, Marisa Tomei resuelve con sensibilidad y sensualidad el papel menos agradecido de esta historia. Y Hoffman demuestra que es, posiblemente, el mejor actor de su generación.

domingo, 24 de agosto de 2008

No es todo lo que no fue

De modo que:
Todo curso de verano se la agarra con la mano.
Nuestro bienhallado y hasta bienquerido GORDO J R Mantilla, admite sin pudor ni tones ni sones la invasión absurda e impagable (just for their ass) de elementos propagandísticos de los soportes de este curso, que graciosa-(muy graciosa)-mente exponen la ignorancia de sus conceptos, lo absurdo de sus teorías, la inanidad de sus eruptos: la insoportable gravedad de sus presencias.
¿El Canon? Mejor el Kojak

miércoles, 13 de agosto de 2008

Treinta días después


"The Godfather"

Mi ahijado Aarón, el cuadro de Tokyo, Simon y la experiencia bilingüe, las ilustradísimas Historias del Calcio de Enric González, Fight Club (again), Spiritualized, flow goes to mexico, Boronía revisitada, guiones del cocktail galáctico, El mundo (emocionante) de Millás, el Sol de Loquillo y Sabino, teatro eutópico, ella más bella que nunca, planes de un futuro imperfecto, the real story of the furious white cat, las amistades infecciosas, la performance de coser y cantar, Nadal una vez más, la boda de Guadalajara, los Martí Campoy, los Ivas, una muela de mentira, Guardiola, los festivales lejanos, ajenos, los vicios de siempre, el agua putrefacta de la piscina, Córdoba sin ton ni son, a gatas por los tejados calientes, Mario al teléfono, El Hombre Tranquilo y vendido, 81.5 kg, y un cristal roto...

lunes, 14 de julio de 2008

Lo que queda de un mes


Space Oditties

Del 13 de junio al 14 de julio... a bote pronto:
"No escuchaba una música tan buena desde los tiempos de La Luna", me piropeó una chica anónima la noche del estreno del Beach Club. La dimensión de tan gran noche, de tamaña ebriedad (son las cosas de la edad) justifica la ausencia durante un mes de estas páginas. Pero en ellas aparece el superficial vacío, se entierran momentos muy malos, emerge mi declarada bipolaridad y brotan docenas de recuerdos más o menos tangibles de mucha gente entrañable (a esas horas, en esas circunstancias, lo soy hasta yo). A partir de ahí, y hasta hoy, lo que pareció ser un mes vacío estuvo lleno de: desplazamientos (Córdoba-Madrid, Madrid-Córdoba, Córdoba-Sanlúcar de Barrameda, Sanlúcar-Conil, Conil-Córdoba, Córdoba-Madrid, Madrid-Santibáñez, Santibáñez-Madrid…), bandas sonoras (Nick Lowe, Najwajean, Portishead, Black Francis…), literaturas (la relectura de la sobria y clara Sin sangre, de Baricco, la decepcionante Mil Cretinos del gran Quim Monzó, la muy trapiella La escafandra, de José Carlos Llop, la aventurada Contactos Poéticos de Samuel Feijóo, la estimulante y a veces desternillante y otras tan preocupante y mimética No ficción, del abuelo Verdú, la simple pero enganchante La Lotería…), por supuesto (demasiada) televisión (la cada vez más obvia y vergonzante CSI, la todavía impactante La Noche de la Iguana, la pueril Click, la inquietante Last Night, la patochada eXistenZ, la decepcionante The Good Shepard, la gracia del gran Morón en ¿Por qué se frotan las patitas?…), tal vez sólo un concierto (Omega en La Riviera), infinitos sueños (nunca quise irme de ellos, por violentos que resultaron), el deporte (la estética, emocionante y triunfal Eurocopa, y el anexo virtual de centrocampismo.wordpress.com, y el titán Nadal en Wimbledon), los vicios de siempre, las perezas eternas, las deudas, los pagos, tres textos propios (vodevil para Entre Actos, Omega para kiliedro y alguno más…), caprichos salteados (mi remezcla de Se va el Avión) abandonos (Naturhouse, serenidad), presencias obligadas (ese cumpleaños 101 de la abuela), ausencias varias (Assilah, fiestas, recitales de poemas y sesiones de dj), proyectos entusiasmantes (la renewed Boronía), trashumancias domésticas (ese sofá me está mirando) y por supuesto todos los que siempre están… y una farola abollada…

viernes, 13 de junio de 2008

HOY VIERNES 13, EN EL BEACH CLUB...



...DEAD OR ALIVE. THE PIXIES. THE CHEMICAL BROTHERS. PRIMAL SCREAM. EARTH, WIND & FIRE. BECK. THE STROKES. BOWIE. CAMEO. GNARLS BARKLEYS. THE GODFATHERS. RICK JAMES. FRANZ FERDINAND. THE WHITEST BOY ALIVE. NEW ORDER. MADONNA. GÈNÈH. KYLIE MINOGUE. THE CURE. LCD SOUNDSYSTEM. !!!. THE FLAMING LIPS. ABBA. ABSENTEE. THE SMITHS. PRINCE. Y, POR SUPUESTO: LOS HERMANOS RIGHEIRA

DE 22:00 P.M. A 03.00 A. M.

martes, 10 de junio de 2008

lunes, 9 de junio de 2008

Deversiones. Capítulo 14: Descartes

Esta mañana he estado en el programa Hoy por Hoy Madrid, invitado por María Guerra, para hablar del programa Deversiones, que puede escucharse los lunes a las 19.30 en el 93.5 de Radio Córdoba FM, dentro del programa La Ventana de Córdoba, que dirige y presenta Marta Jiménez.

El programa de esta tarde, dedicado a esas versiones que se nos fueron quedando fuera en anteriores fechas, incluye versiones a cargo de Migala, Russian Red, Nouvelle Vague, Cake y Antonio Vega, y puedes escucharlo pinchando aquí.

Puedes escuchar los programas anteriores en este blog (pinchando la etiqueta DEVERSIONES) o aquí

domingo, 8 de junio de 2008

Kiliedro, on line. Najwajean en Madrid

Ya se puede visitar el nuevo número de Kiliedro. Dentro de la sección Letra Sonora, un artículo sobre el nuevo disco de Najwajean y su presentación en Madrid (...y un apunte sobre Guti).

Lo podéis ver aquí

sábado, 7 de junio de 2008

Deversiones: el lunes, dos raciones

Este lunes, 9 de junio, se emite el penúltimo capítulo de esta temporada del programa Deversiones. Lo dedicaremos a todas esas canciones que, por falta de tiempo, se nos quedaron fuera: escucharemos versiones a cargo de Russian Red, Migala, Antonio Vega, etc. Será a las 19.30 en el programa "La Ventana de Córdoba", que dirige y presenta Marta Jiménez, en el 93.5 de la FM de Córdoba. Pero antes, a eso de las 13.30, hablaremos del programa con María Guerra en Hoy por Hoy Madrid, 105.4 del dial.

miércoles, 4 de junio de 2008

Chillen putas

Releo Cicatrices del bolero, libro que escribió y me regaló el amigo Enrique Blanc hace ya doce años. El primer relato, Las listas de Navarrete, además de ser un fiel espejo de mi obsesión por los listados, incluye entre los libros apócrifos que se le atribuyen al protagonista uno con este impagable título: El único verso de Octavio Paz que vale la pena: "Chillen putas". Una interpretación estructuralista.

sábado, 31 de mayo de 2008

El fogón ofendido

Metido en faena, adscrito a alguna dieta mágica, el aburrido Santamaría decide opinar un día contra la norma y el paraíso de sus colegas. Su discurso, tildado de excesivo incluso por el moderado Gabilondo, provoca una respuesta que se muestra más ridícula según crece, un sofoco que se apaga y va enfriándose, paradójica pero muy lógicamente, según sube su rencor y su ofensa.
A puñados, como se usa la sal gorda de la vida, los del gorro se alistan contra el honor mancillado o, lo que es lo mismo, contra la revelación de su patraña. Desenmascarados, expuestos de golpe al mundo sus fatuos atributos, los deconstructores se derriten y escupen acusaciones temibles y pronósticos fatales.
Mientras España arde entre estas llamas inócuas, los fogones se ruborizan, ajenos a esta batalla salpimentada de orgullo, tontería y pereza.
Por favor, jefe: me ponga dos huevos fritos.

lunes, 26 de mayo de 2008

Feminista

Mi respeto a ZP se afirmó cuando comprobé su irrenunciable apuesta feminista. Por encima de todo lo demás, me siento radicalmente feminista.

domingo, 25 de mayo de 2008

Vicente Amigo, un momento en el sonido


Amigo, y grande

En la última canción de la noche, durante algunos instantes, la sombra de las manos de Patricio Cámara tocó las palmas sobre la piedra teñida de añil del patio de la Universidad Cisneriana de Alcalá de Henares, mientras Vicente Amigo encontraba el soplo del alma de blues de su guitarra flamenca. Ese momento mágico podría resumir la actuación de este artista excepcional, un gran guitarrista flamenco, por supuesto, pero también mucho más que eso.
La Suma Flamenca incluyó en su cuota provincial la actuación en Alcalá de Henares del guitarrista cordobés nacido en Sevilla y para ello eligió un marco solemne y bellísimo: el herreriano Patio de Santo Tomás de Villanueva, de la citada Universidad. Sin embargo, tan estética elección marcó los prolegómenos, pues la caprichosa meteorología de esta primavera sembró de dudas la celebración de la cita.
Afortunadamente, pasadas la diez apareció, de gris perla y mirada azul, este vikingo flamenco, este dulce invasor de territorios y sonidos. Un héroe solitario, como siempre, sin más arma que su guitarra, que sólo se dejó mecer por unas palmas finísimas en el cierre de la primera canción. Después le salió su guasa (no demasiado conocida) y, tras un tiritón comprensible por el gélido recinto, definió la situación: “Esto va a ser un concierto para pingüino y orquesta”. La orquesta la forman viejos compinches como el citado Pachi Cámara a la percusión y voces o el suave guitarrista José Manuel Hierro, junto a José Ramos al bajo, Paquito González en la percusión y Rafael de Utrera al cante. Con ellos alternó Vicente sus propuestas más populares (bulerías y rumbas, deudoras del gran Paco de Lucía, pero a la vez avales para nuevos caminos) con arriesgados roces y peligrosos goces con apuntes de música étnica y hasta de new age. El repertorio recorre casi exhaustivamente su último disco (que ya cuenta tres añitos) y pueden destacarse el tema dedicado a su idolatrado José Tomás (Campo de la Verdad), la soleá ofrecida a su amigo El Pele (Mezquita) y, sobre todo, esa dificilísima farruca y fantástica composición que se llama Silia y el tiempo.
(Siempre escojo algún momento en los conciertos de Vicente Amigo para cerrar los ojos y escuchar con todos mis sentidos su música. Suele coincidir con el que él reserva antes del final para enfrentarse, de nuevo solo, al silencio. El taranto que pone título a su último disco y a esta crónica fue el elegido en esta ocasión. Inmejorable, y escalofriante).
Antes de terminar, de nuevo surgió la gracia: “Muchas gracias por escucharnos mientras pasaban frío. Nos vamos antes de que vengan los de Frudesa y líen aquí un estropicio”.
Tras la magia violeta de la percusión, el patio entero se puso en pie, reclamando una última interpretación en la que Rafael de Utrera se creció sobre sus zapatitos blancos. Con una potencia casi increíble, Vicente Amigo finalizó su regalo, el patio al completo se levantó por segunda vez, y juro que entonces, al menos por un momento, pude ver cómo los dos cipreses centenarios que disfrutaron del concierto a la diestra del maestro se inclinaron para ofrecerle una reverencia.

sábado, 24 de mayo de 2008

Facto Delafé. Es un hecho


El efecto Facto

Low Club On Stage dispone una noche larga en la sala Heineken. Larga, variopinta y cara-carísima: minis de cerveza a 12 euros, por poner un doloroso ejemplo.
El programa arranca con Clovis y Tachenko, dos celebrados grupos indies que me producen desigual interés y similar aburrimiento. Intentaré ser ecuánime: el grupo de Fino tiene buenos músicos, buenas canciones y buenas intenciones. Creo que me esforzaré en escucharlos y que sabré disfrutarlos. Seguramente, sólo pasó que no fui a verlos a ellos. Lo de Tachenko es otra cosa. O pagué con ellos mi cabreo por el precio de la cerveza o no sé entender las bendiciones que provocan y reciben entre la parroquia independiente. A mí no me gustaron. Es todo lo que puedo decir.
Entre el público, expectante y nervioso por la llegada del tercer grupo, me encuentro a Julio Ruiz, que me comenta su inquietud por el rumbo que de nuevo parece tomar esa aventura hermosa y arriesgada que siempre ha sido radio 3. También me da tres iniciales que definen sus esperanzas.
Pero vayamos al hecho: es decir, a Facto. Su espectáculo sí que es otras cosa: parece mentira que con andamios tan ruinosos como el rap o el buenrollito se puedan construir propuestas como ésta. Claro que la gracia de la bellísima Helena Miquel tiene mucho que ver, pero no es la única razón. Las canciones de Facto Delafé y Las Flores Azules consiguen transmitir emociones cotidianas con una eficacia extraordinaria. Pocas veces he visto a un público tan implicado, tan entregado, tan feliz. Claro que esto puede aplicarse a otros grupos a los que resultaría difícil defender. Pero, primero: para nada necesita esta gente mi defensa, ni la de nadie. Y segundo. Lo grande es ver que esto ocurre con artistas que exponen a pecho abierto sus verdades y su estilo. Tal vez sea el premio al valor de renunciar al pudor que hoy se aplica a los sentimientos más sencillos. Tal vez sea ésa la recompensa y tal vez el rechazo que convocan entre determinados grupetes de críticos y músicos sea también la prueba de que, a estas alturas, lo provocador es amar.
Después de la catarsis fáctica la fiesta continuó por otros derroteros, yo salí y entré varias veces y acabé convencido de que el precio de las copas era más razonable que el de la cerveza. Cuando volví a casa, algo mareado y marcado por un sello con el logo del local impreso en el dorso de mi mano derecha, recordé varios estribillos positivos y vitalistas (“esto no se para”, “no nos menospreciemos”) y me enfrenté con ánimos renovados a la luz de la mañana…

viernes, 23 de mayo de 2008

Dolls


Neverending love

Un año antes de enfangarse con la gilipollesca Zatoichi el desconcertante Kitano filmó esta delicadeza rebosante de poesía y sensibilidad. El tránsito imparable y fatal de los dos amantes atados es una de las muestras más bellas de amor y dolor que ha dado el cine.

jueves, 22 de mayo de 2008

La final

El dolor de John Terry. El llanto cristiano de Cristiano (tan parecido al culo llorón de Maribel Verdú en Belle Epoque). La grandeza de la flota inglesa. La certeza en el pronóstico de mi mujer. Dios. Cómo me gusta el puto fútbol.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Chat: Casas Ros

...un tipo tiene un accidente de coche porque se le cruza un ciervo
eriksatie : y pierde a su mujer y tb pierde su rostro
eriksatie : entonces se refugia en Génova para beber coñac y escribir su desgracia
Se ha cortado la conexion del usuario ginebra
eriksatie : a partir de ahí se opera una estrategia de marketing que bendice las cualidades literarias del pollo
eriksatie : pero el asunto parece que no da para más
Se ha cortado la conexion del usuario madrilenio

domingo, 18 de mayo de 2008

Cuckoo´s Nest

Reconozcámoslo: Nicholson todavía estaba atractivo con sus patillas y su gorro negro de lana.
Cuando leí la novela de Ken Kesey, hace pocos meses, no dejé de pensar en volver a ver esta película de la que (sospechosa pero esclarecedoramente) no recordaba otra cosa que trailers y fotogramas. Menuda decepción. La moral del tipo que soy contra la ética del cuco. Buenos y malos, sutileza estampada, fariseos y maniqueos. Un horror. ¡Vivan los electroshocks!