jueves, 19 de julio de 2007

EL VIDEO DE TODOS LOS TIEMPOS

U2: WINDOWS IN THE SKIES


(dedicado a Pepe Espinosa)

MÁS O MENOS, LOS QUE APARECEN:

0.12 Frank Zappa
0.16 Billie Holiday
0.17 Simon and Garfunkel
0.18 Roy Orbison
0.19 P J Harvey
0.21 Ella Fitzgerald
0.22 Bob Marley
0.25 David Byrne
0.31 Louis Armstrong
0.35 Run DMC
0.37 David Bowie
0.38 ¿?
0.42 Lou Reed
0.44 Frank Sinatra
0.46 Wilco
0.47 Kanye West
0.49 Mick Jones
0.51 Nat King Cole
0.55 Paul Cook
0.56 ¿?
0.57 Rolling Stones
0.58 Nina Simone
0.59 Bon Jovi
0.60 Marvin Gaye
1.01 Janis Joplin
1.02 Temptations
1.05 Sharleen Spiteri
1.06 Elvis Costello
1.07 The Ramones
1.10 Jimi Hendrix
1.12 ¿?
1.14 Chris Novoselic
1.15 Dave Grohl
1.16 Kurt Cobain
1.23 Joe Strummer
1.24 Johnny Cash
1.26 Iggy Pop
1.31 Radiohead
1.34 Mary J. Blige
1.36 Jane's Addiction
1.37 Elvis Presley
1.40 Al Green
1.43 Morrisey
1.44 Beck
1.45 Beyonce
1.47 Elton John
1.48 The Police
1.49 Run DMC
1.50 Wu Tang Klan
1.51 Sharon Corr
1.52 Beck
1.53 The Temptations
1.54 White stripes
1.57 Funkadelic
1.58 Kurt Cobain
2.12 Charles Mingus
2.15 Pete Doherty
2.20 Keith Richards
2.22 Jimi Hendrix
2.25 Lenny Kravitz
2.31 Chrissie Hynde
2.32 Alicia Keys
2.33 Ray Charles
2.34 Little Richard
2.35 Clash
2.36 ¿?
2.37 Smokey Robinson
2.38 Keith Moon
2.41 David Bowie
2.42 Billie Holiday
2.43 Smokey Robinson
2.46 Elvis Presley
2.49 Robert Plant
2.51 Vladimir Horowitz
2.54 Ronnie Spector
2.59 Bonham
3.02 Queen
3.10 David Byrne
3.12 Public Enemy
3.16 Flava Flav
3.22 Jerry Lee Lewis
3.29 ¿?
3.30 Jay-Z
3.35 Patti Smith
3.36 Apollo Sunshine
3.37 Stevie Wonder
3.43 Novoselic
3.48 Prince
4.03 Frank Sinatra

disculpen errores y ausencias. Es tan difícil

miércoles, 18 de julio de 2007

SOULSAVERS & MARK LANEGAN

Revival


No llegué a tiempo de verlos en el Summercase, así que lavo mi culpa ofreciendo esta canción aquí

domingo, 15 de julio de 2007

LA CRONICA ABORTADA



Recién llegado del Summercase, me dispuse a escribir mi crónica para Kiliedro. Ojeando las referencias inmediatas, topé con la de Jesús Lillo en ABC: retrata la primera jornada con tanta gracia y puntería que me ha impedido de momento seguir con mi artículo.
Aquí la copio. Si alguien sabe cómo comunicar con este gran tipo, que me lo diga, por favor. Gracias

Polvo, sudor y pop aseado
JESÚS LILLO. MADRID.

Mucho público -asegura la organización que 100.000 asistentes entre las dos sedes del festival- y mucho tiempo libre para ver los anuncios de Movistar en las pantallas del Summercase madrileño, donde el reducidísimo metraje de los conciertos programados se saldó con un masivo y prolongado ejercicio de trashumancia desnortada y la consiguiente polvareda que la manada levantaba al moverse de uno a otro escenario. Todavía cabe más gente en la era de Boadilla, pero convendría acondicionar el firme, más moqueta, y mejorar la logística -perfecta sobre las tablas, al otro lado del quitamiedos- para atender a una multitud que desbordó el sector servicios y que, pese a estar curtida en calamidades de extrarradio, no termina de creerse, aunque llegue vestida de viernes, el carácter urbano de la diócesis madrileña de la muestra.

En el plano musical, cumplieron todos los artistas, cada uno a su hora y para su público. Sólo Air salió a destiempo para vaporizar, cuando más apretaban las ganas de fiesta, su enésimo número de mentalismo sintético para iniciados en opiáceos. Tampoco brilló la selección de alternativas y curiosidades, escorada hacia el sensacionalismo revistero y las supercherías de talla XXL, como la cantante de los Gossip.

Carne de blues
Antes del anochecer, y mientras James eran jaleados por los consumidores de intrascendencias y estampitas, Mark Lanegan alcanzaba el primer ochomil de la jornada. Al frente de una soberbia banda de guitarras, el cantante norteamericano logró intimidar a su anfitrión, Richard Machin, y doblegar la naturaleza electrónica de los Soulsavers, humanizados por la voz de asfalto de Lanegan como un robot, «Terminator 2», que quiere aprender a llorar. Aquí las máquinas, perdidas, se rinden al blues más orgánico y tangible.

Puzle irresoluble
Bajando a mano a derecha, Dj Shadow no tuvo compasión de los miles de espectadores que, quizá confundidos por su título nobiliario de pinchadiscos, tomaron al autor de «Endtroducing» por una obsequiosa animadora de discoteca, viéndose obligados a filtrar y buscar con lupa fragmentos de fiesta en el irresoluble y brillantísimo puzle de hip-hop del maestro.

No se dejó llevar por la melancolía de su primer álbum en solitario Jarvis Cocker, que, desmelenado, libérrimo, se coronó como rey del glam en un concierto de tiros muy largos y distancias muy cortas. El líder del Pulp, a ras del suelo, se entregó -primero a su grupo, que lo llevaba en andas; luego al público- para volver a ser aquella estrella del rock que, como pocas, supo combinar confianza, magnetismo y, pese a perder las formas en calculados juegos de rol generacional, sentido aristocrático del pop. Más que un concierto, lo que Jarvis Cocker dio en el Summercase fue una lección de saber estar, convencido y convincente, en la historia que se canta y se cuenta.

En la misma carpa, recalentada al sol de la Meseta, microondas de nostalgia, OMD rehabilitó su viejo repertorio a base de dos unidades Roland X8 y unas formas vocales y coreográficas de las de arrepentirse. De «Enola Gay» a «Electricity», OMD defendió con orgullo y con la complicidad de la audiencia un pasado, impuro y revuelto, en el que el tecno-pop figuraba y crecía como hijo legítimo del post-punk.

Limpieza extrema
De lejos, fue The Jesus And Mary Chain lo mejor de la noche. Como cuando le quitaron la mugre a los frescos de la Capilla Sixtina, los hermanos Reid presentan en su regreso una obra pasada por agua y disolvente, remasterizada y limpia de caos y toxinas. A primera vista, el exceso de nitidez llega a descolocar, pero lo cierto es que los Reid ganan cuando no están colocados. Han dejado como el jaspe un repertorio cuyo encanto estaba en el sarro que lo cubría, identificaba y desfiguraba, pero sin llegar a esmaltarlo. Muy limpios y, sobre todo, muy valientes.

De madrugada, nada mejor que el embolado que organizaron los !!!, esos Talking Heads de garaje que han sabido darle una nueva vuelta de tuerca -hasta ahogarlo, la lengua fuera- al funk. Lo de los Chemical Brothers, final de trayecto, es ya a un festival lo que «Paquito el Chocolatero» a una boda.

miércoles, 11 de julio de 2007

LA CONCIENCIA


Foto: Paloma García

Un día fuimos conscientes, y ese día
no ocurrió nada.

LECTURA PUBLICA



MAÑANA, JUEVES 12, A LAS 21:30 EN LA LOLA LOBA, C/ LA PALMA, 38. MADRID

LECTURA DE POEMAS Y OTROS TEXTOS CON PROYECCIÓN DE IMÁGENES DE SUSO33, ANA SÁNCHEZ, JUAN BERRIO, DIEGO GARCÍA Y PALOMA GARCÍA

sábado, 7 de julio de 2007

literas duras


Ilustración: Juan Berrio


Una prórroga sin empate, un bis innecesario, huérfano de atención o aplausos, una excusa endeble para apurar los restos de mi aliento o de mi voz.
Siete minutos ajenos a lesiones o a cambios tácticos. Un momento sin malicia. Un ratito de sudor.
Cuando pienso en la literatura nunca imagino a un tipo divirtiéndose mientras crea personajes, argumentos o aventuras. No pienso en premios ni en columnistas. Ni en conferencias, entrevistas o suplementos culturales. Para entretener ya están el cine, la televisión, los videojuegos. Cuando pienso en la literatura sólo puedo ver a alguien triste y solitario, intentando desesperadamente explicarse la vida.

TODO A CIEN


Imagen: Paloma García

Tablas

Veintitrés minutos. Pulsé los extras de mi móvil y comprobé que nuestra última conversación había durado veintitrés minutos. ¿Cómo se puede hablar tanto? ¿Cómo se puede hablar tan poco?¿Cómo se puede hablar, cómo seguimos hablando? Llamé yo:
—¿Sí?
—¿Qué tal?
—Bien, bueno, bien... bien es mucho decir.
—¿Por qué?
—No, por nada... ¿Y tú?
—Qué.
—Que como estás.
—Bien.
—¿Bien?
—Sí, bien. Más o menos.
—¿Qué te pasa?
—No, nada, ¿y a ti?
—A mí qué.
—Que qué te pasa.
—Nada, ¿por qué?
—Porque me has dicho que decir que estás bien es mucho decir.
—No, es que estoy cansada.
—¿Y eso?
—Pues que no he dormido casi nada.
—¿Has dormido en el sofá?
—Sí, pero un par de horas como mucho, y muy mal.
—Pero...
—Pero qué
—¿Por qué haces esas cosas?
—Que no, que estaba aquí viendo la tele y me daba pereza irme a la cama y me he echado por encima la mantita esta y me he quedado dormida hasta que ha sonado el teléfono.
—¿Yo?
—No, tú no, que han llamado antes.
—¿Quién?
—No lo sé, no lo he cogido, estaba muy cansada.
—Entonces, ¿cómo sabes que no he sido yo? A lo mejor te he llamado antes.
—Ah, bueno, no sé... Quería decir que no me has despertado ahora, que ya estaba despierta.
—Ya.
—A-hum.
—Bueno...

—Que... yo qué sé, que si vamos a comer juntos.
—¿Dónde?
—Dónde, pues no sé, donde quieras, no sé.
—Mejor nos vemos luego, ¿no?
—Luego cuándo.
—No sé, esta noche, ¿no? Cenamos o algo, ¿no?
—Bueno, sí, pero ¿y ahora?
—Estoy muy cansada.
—¿Vas a seguir durmiendo?
—No sé, no sé. La verdad es que no sé lo que voy a hacer. Me duelen mucho los ovarios.
—¿Te ha venido la regla?
—¿Te ha venido la regla? La regla no viene, la regla no me viene, la regla ocurre, idiota.
—Vale, ¿te ha ocurrido la regla?
—Sería más bien: ¿te ha ocurrido LO de la regla?, pero no, no me ha venido, ni me ha ocurrido, ni nada. Se me pasará enseguida.
—Quiero follar contigo.
—¿En el trastero?
—Donde tú quieras.
—¿Qué estás escuchando?
—¿Cómo?
—Que qué tienes puesto. ¿Los Pixies?
—No. los Planetas.
—Qué pesado eres. Estás todo el día poniéndolos.
—Ya sabes que me gustan mucho.
—Ya.
—¿A ti no?
—Hombre...
—A ti te gustaban... Fuimos a verlos a El Sol, y te gustaron, ¿no te acuerdas?
—Sí, hombre, pero tampoco...
—Estuvieron muy bien.
—A ti es que te gusta todo.
—Todo no. Los Planetas sí.
—Entonces, ¿cenamos?
—Te quiero.
—Vale. Cenamos o no.
—Que digo que te quiero.
—¿Ya has bebido?
—¿Qué?
—Que ya has bebido algo, ¿no?
—No, bueno sí, una cerveza.
—¿Una?
—Una, sí, bueno, un par de cañas.
—¿Un par de cañas solo?
—Me caes mal.
—Te caigo mal.
—Sí, me caes mal, porque no es justo.
—No es justo qué.
—Este control. Este chantaje.
—No es eso, es que se te nota.
—¿Lo dices porque estoy cariñoso?
—No, bueno, déjalo, me tengo que ir, luego te llamo.
—¿Te parese?
—¿Cómo que “te parese”? ¿Sos argentino ahora?
—Me caés bien, flaca.
—¿Te parese?
—Me parese que te quiero.

todo es 99: extracto de un diario fatal


Imagen: Paloma García

Sangre de naranjas

Como todas las mañanas, me despierto, me quedo cinco o diez minutos en la cama, acariciando su cuerpo dormido, me levanto, meo escandalosamente, me meto medio dormido en la ducha, uso el champú, el gel y el acondicionador, salgo un poco más despierto, tardo un buen rato en secarme, cojo la crema de afeitar y me afeito, me pongo after-shave y crema hidratante en el rostro y en el cuello, desodorante en los pies y en los sobacos, pasta dentrífica sobre el cepillo, gel fijador en el cabello y unas gotas de colonia en las orejas, en la nuca, en las muñecas. Me visto, no me siento completamente vestido hasta que no me calzo mis botas. Pongo la televisión, la Primera de TVE, sin voz, para no despertarla, y leo las últimas noticias en el tele-texto. Bebo un vaso de agua. Cambio a Canal Satélite Digital y leo los títulos, los géneros y hasta los argumentos de las seis películas porno que emiten cada día. Después bajo a la calle, compro El País, doy un pequeño paseo, con una tranquilidad que contrasta con las prisas del resto de los transeúntes, veo a algunas chicas con las narices y los muslos enrojecidos por el frío, andando deprisa sobre sus tacones, algo encogidas pero aun así solemnes, desafiantes. Subo de nuevo a casa, bebo más agua, leo las secciones de Cultura, Deportes y Televisión, hago, muy velozmente, el Revoltigrama y, a continuación, también bastante rápido, el Crucigrama. Echo un nuevo vistazo al tele-texto, para leer el resto de las portadas de los periódicos, al menos las de los deportivos. Voy al dormitorio, la beso y le digo que voy a preparar el desayuno. Voy a la cocina y comienzo a preparar el desayuno.
Como todos los días, elijo las naranjas más naranjas. Saco de la despensa el café, el filtro, algunas rebanadas de pan integral, azúcar moreno, galletas, pastas y cereales. Parto en dos cada naranja, y sueltan unos chorritos de sangre. Conecto el exprimidor y voy desangrando las naranjas. El exprimidor cambia automáticamente el sentido de su giro para poder extraer así hasta la última gota de sangre de cada naranja. Lleno dos grandes vasos de sangre de naranjas. Los tapo con unos platitos para que se conserven las vitaminas, para que no se escapen las vitaminas, para que dentro de unos minutos todavía puedan calificarse como zumos recién hechos de sangre de naranja.
Voy de nuevo al dormitorio, le doy otro beso a mi mujer y le digo que el desayuno está casi listo. Ella me dice que ya viene, que ya mismo se levanta. Pongo a calentar el agua, enciendo la tostadora. Saco del frigorífico margarina, mermelada, algunas piezas de fruta, jamón cocido, queso y leche. Voy llevando todo a la terraza cubierta, que es donde solemos desayunar. Nos gusta el efecto de los rayos de sol colándose entre las rendijas de las persianas metálicas. Y el ruido sordo y lejano de la ciudad de fondo. Nos gusta, o al menos me gusta a mí. Vuelvo al dormitorio, y le aviso a mi mujer que ya está todo preparado. Le doy otro beso, pero éste no es igual que los anteriores.
A mi mujer le cuesta mucho trabajo levantarse. Tiene su explicación: por las noches tarda mucho en dormirse. Yo, cuando llego a la cama, cojo cualquier libro y apenas tardo cinco minutos en caer dormido. Claro que yo me despierto dos o tres horas antes que ella. Tenemos los ritmos algo cambiados. Nos ocurre lo mismo con la temperatura. Cuando nos acostamos yo tengo mucho calor y ella mucho frío. Eso hace que a veces quiera abrazarme para calentarse. Yo también quiero abrazarla pero cuando lo hago me pongo a sudar como un cerdo y me agobio mucho, así que tengo que separarme un poco de ella. Por las mañanas yo me despierto muerto de frío, y ella ya está destapada y en sueños murmura que hace mucho calor. Yo la tapo un poquito con la sábana, porque creo que de todos modos puede coger frío, pero ella se la quita de encima a manotazos y frunce el ceño o se queja medio dormida. Por las noches ella se pasa una o dos horas leyendo. Me doy media vuelta para que no me moleste la luz. A veces se levanta y se pone a ver una película. Algunas mañanas amanece dormida en el sofá. Algunas mañanas yo termino desayunando solo, algo enfadado, aunque cada día me enfado menos.
Salgo del dormitorio armado de paciencia. Para amar, y para escribir, hay que tener mucha paciencia, me digo. Saco las tostadas, como siempre algo quemadas, me siento a la mesa acristalada de la terraza y comienzo a sorber la sangre de naranja y a pelarme un melocotón. Echo la leche fría sobre el café caliente. Me gusta el café recién hecho, pero prefiero la leche fría. Ella no soporta el café recién hecho, siempre toma el que sobró del día anterior, pero le gusta la leche muy caliente.
Algunas mañanas acabo desayunando solo, pero hoy, cuando sólo he tomado el zumo, el melocotón, un poco de café y media tostada, ella aparece con los ojos medio cerrados y mi camisa larga por encima de su cuerpo desnudo. Se sienta sin hablar, sin darme un beso, dice ahora que tiene frío, parece que le molesta el sol. Permanece unos minutos sentada, absorta, hasta que le digo que se tome la sangre de naranja porque se le van las vitaminas. Se lo digo así: sangre de naranja, y ella levanta una ceja y me mira extrañada. ¿Cómo que sangre de naranja? me dice. Y le cuento que esta mañana, mientras las partía por la mitad, me dio la impresión de que las naranjas se desangraban. Asiente sin mayor entusiasmo, prueba el zumo, el zumo de naranja, y determina que está un poco ácido. Me levanto para calentarle la leche otra vez, pues ya se ha enfriado y sé que no le gusta tibia. Cuando vuelvo me dice que no está mal.
—¿El qué? le pregunto.
—Lo de la sangre de naranja. Podías escribir algo a partir de eso.
—Sí, de hecho he pensado un relatito sobre eso, no sé, describir lo que hago por las mañanas, lo que hago una mañana de cualquier día, y meter ahí lo de la sangre de las naranjas.
—Ya...
—¿Qué te parece?
—No, si está bien, pero... Podías darle alguna vuelta, ¿no? Hablar de otras frutas o de otras verduras, o hacer un cuento que no fuese lo que tú haces por la mañana y donde sólo apuntas lo de la sangre de naranja, ¿no?
—Sí, claro, ya, está bien, estaría bien, claro, pero ya sabes que si me tengo que poner a crear una historia y a desarrollar todo el tema de la sangre de las frutas, las vísceras de las verduras o el alma de los cereales pues...
—Pues qué.
—Pues que me aburro. Que me gusta la idea de lo de la sangre de las naranjas y punto, no ponerme a inventarme ahora una chorrada que además merezca ser interpretada como una metáfora de las relaciones sociales, del incierto destino de la humanidad o de su puta madre.
—Ése es tu problema, que te aburres.
—¿Qué quieres decir?
—Pues eso, que te aburres, que todo lo que te supone un esfuerzo, una dedicación, una constancia, te aburre. Que tú solo quieres hacer esa cosita que se te acaba de ocurrir y que, además te parece fantástica y nada más. Y además quieres o pretendes que los demás te digamos “¡Oh! Es fantástico, es maravillosa esta pequeña tontería que tu prodigiosa cabecita ha parido esta mañana mientras preparabas el desayuno, estamos todos felices y satisfechos de tu pequeña tontería de hoy, eres el mejor”.
—Estás hablando de sexo, ¿verdad?
—¿Cómo?
—Que estás hablando de sexo, de nuestra relación sexual, ¿no?
—Pues no.
—¿Cómo que no? Me estás diciendo que no te dedico tiempo, que nuestros polvos son miserables, que no te presto atención, dedicación, ni esfuerzo, ni nada, que me limito a echar algún polvo rapidito y punto, y que encima pretendo que así te sientas feliz, satisfecha creo que has dicho, conmigo, ¿no?
—Yo no he dicho nada de eso.
—No, tú has hecho una estupenda metáfora a partir de MI idea de la sangre de las naranjas.
—Yo sólo te he dicho que para escribir hay que tener mucha paciencia.
—Ya. Y para amar también.



Obra: Ana Sánchez

The black & white end

Hay noches en las que el mundo sospecha de mi infinito desprecio. Y entonces las caras se vuelven, el aire de tantos giros provoca vientos dañinos que arañan mi imagen, se cierran las palabras y los vasos se escupen. Entonces nadie me quiere ver. Esas noches me desaparecen.
Como puedo, vuelvo a casa, a una casa que no es mía ni es extraña, que nunca perteneció a nadie. Mis pasos son lentos o trágicos, y huele a miedo, a rencor, a abandono. Sobre el mármol borro huellas recientes con pasos pesados, con pies indecisos. Sobre la mesa hay letanías, sobre el colchón, pesadillas.
Si ella se oculta bajo las sábanas es porque todo está perdido. Si aparece su pie inquietante, que danza y renuncia al calor de su breve calcetín, algo de amor y de esperanza flota en el dormitorio, un soplo que habla de lo que vendrá mañana. Un horizonte borroso. Un país desconocido.

Pero ahora la decoración se nutre de látex, cartón y celulosa. Las luces no alumbran nada. Las llaves prefieren morirse. Pero ahora están mis dedos sin uñas ni ritmo, y mis manos con manchas ancianas, y algo más que no se convierte en nada, pues carece de fuerza y de maña, y derrocha veneno o locura, aunque logra evitar la rima más detestable.

Quiero atrapar un satélite que ronda mi espacio y mi vida. Un cuerpo más negro que azul, que viene y que va sin orden ni norma, que deslumbra u oculta, que es muy bueno y muy malo. Entre esa esfera y yo no hay más que vacío. Inmensos desiertos sin brújula ni estrellas. Errores sin accidentes. Prohibición de experiencias.

Beber, morir, callar o arrojarse son cosas que pueden al fin quedar justificadas. Escribir tan mal como ahora, no. Así que hasta mañana.

domingo, 1 de julio de 2007

NUEVO KILIEDRO


Hace días que ya está on line el nuevo número de

www.kiliedro.com

Mi artículo finaliza así, con versos robados:

“Cuando veo tus ojos, son mi 68, lo demás ya no existe, tú lo haces mentira. Son demasiado hermosos para ser de derechas. Compromiso político y amor adolescente. Qué más da. Con hacer roja la cama creo que será suficiente. Así serán nuestros sueños, tan rojos que un día seremos valientes. La sábana en la ventana para que todos la vean. Y nuestra cama tan roja, la cama tan roja, el ocaso sobre la marea”.

LUNA AZUL


30 de junio

la segunda luna llena

dentro de un mismo mes

Alguien pregunta

si es siempre azul

la segunda vez

qué sabran las lunas de meses