sábado, 7 de julio de 2007

TODO A CIEN


Imagen: Paloma García

Tablas

Veintitrés minutos. Pulsé los extras de mi móvil y comprobé que nuestra última conversación había durado veintitrés minutos. ¿Cómo se puede hablar tanto? ¿Cómo se puede hablar tan poco?¿Cómo se puede hablar, cómo seguimos hablando? Llamé yo:
—¿Sí?
—¿Qué tal?
—Bien, bueno, bien... bien es mucho decir.
—¿Por qué?
—No, por nada... ¿Y tú?
—Qué.
—Que como estás.
—Bien.
—¿Bien?
—Sí, bien. Más o menos.
—¿Qué te pasa?
—No, nada, ¿y a ti?
—A mí qué.
—Que qué te pasa.
—Nada, ¿por qué?
—Porque me has dicho que decir que estás bien es mucho decir.
—No, es que estoy cansada.
—¿Y eso?
—Pues que no he dormido casi nada.
—¿Has dormido en el sofá?
—Sí, pero un par de horas como mucho, y muy mal.
—Pero...
—Pero qué
—¿Por qué haces esas cosas?
—Que no, que estaba aquí viendo la tele y me daba pereza irme a la cama y me he echado por encima la mantita esta y me he quedado dormida hasta que ha sonado el teléfono.
—¿Yo?
—No, tú no, que han llamado antes.
—¿Quién?
—No lo sé, no lo he cogido, estaba muy cansada.
—Entonces, ¿cómo sabes que no he sido yo? A lo mejor te he llamado antes.
—Ah, bueno, no sé... Quería decir que no me has despertado ahora, que ya estaba despierta.
—Ya.
—A-hum.
—Bueno...

—Que... yo qué sé, que si vamos a comer juntos.
—¿Dónde?
—Dónde, pues no sé, donde quieras, no sé.
—Mejor nos vemos luego, ¿no?
—Luego cuándo.
—No sé, esta noche, ¿no? Cenamos o algo, ¿no?
—Bueno, sí, pero ¿y ahora?
—Estoy muy cansada.
—¿Vas a seguir durmiendo?
—No sé, no sé. La verdad es que no sé lo que voy a hacer. Me duelen mucho los ovarios.
—¿Te ha venido la regla?
—¿Te ha venido la regla? La regla no viene, la regla no me viene, la regla ocurre, idiota.
—Vale, ¿te ha ocurrido la regla?
—Sería más bien: ¿te ha ocurrido LO de la regla?, pero no, no me ha venido, ni me ha ocurrido, ni nada. Se me pasará enseguida.
—Quiero follar contigo.
—¿En el trastero?
—Donde tú quieras.
—¿Qué estás escuchando?
—¿Cómo?
—Que qué tienes puesto. ¿Los Pixies?
—No. los Planetas.
—Qué pesado eres. Estás todo el día poniéndolos.
—Ya sabes que me gustan mucho.
—Ya.
—¿A ti no?
—Hombre...
—A ti te gustaban... Fuimos a verlos a El Sol, y te gustaron, ¿no te acuerdas?
—Sí, hombre, pero tampoco...
—Estuvieron muy bien.
—A ti es que te gusta todo.
—Todo no. Los Planetas sí.
—Entonces, ¿cenamos?
—Te quiero.
—Vale. Cenamos o no.
—Que digo que te quiero.
—¿Ya has bebido?
—¿Qué?
—Que ya has bebido algo, ¿no?
—No, bueno sí, una cerveza.
—¿Una?
—Una, sí, bueno, un par de cañas.
—¿Un par de cañas solo?
—Me caes mal.
—Te caigo mal.
—Sí, me caes mal, porque no es justo.
—No es justo qué.
—Este control. Este chantaje.
—No es eso, es que se te nota.
—¿Lo dices porque estoy cariñoso?
—No, bueno, déjalo, me tengo que ir, luego te llamo.
—¿Te parese?
—¿Cómo que “te parese”? ¿Sos argentino ahora?
—Me caés bien, flaca.
—¿Te parese?
—Me parese que te quiero.

1 comentario:

Juan Manuel Aragón dijo...

Estuve recorriendo el sitio. Muy bueno. Por ahora quedé aquí, mañana continúo.