viernes, 5 de diciembre de 2008

La tristeza de Pardeza

Un banquillo en el parque...

Digital + dedica la semana a rendir homenaje a una maravillosa generación de futbolistas: la quinta del Buitre. Como culmen, los cinco jugadores se reúnen con Carlos Martínez en el plató para compartir recuerdos y anécdotas. Butragueño está muy suelto, quizás demasiado, pero logra matizar un engolamiento diestro, cercano a la autosatisfacción melosa de Julio Iglesias o Aznar, gracias a su convincente humildad y a su sincera buena educación. Míchel y Sanchis parecen dos compañeros de colegio, traviesos y risueños. El centrocampista suelta algunas perlitas irónicas inéditas en su etapa como comentarista. El central actúa como un escudero leal y simpático. Martín Vázquez, en cambio, parece todavía ausente, como si no pudiera soltar el lastre de su condición de exiliado, lo que no le impide lanzar alguna broma con acuse de recibo.Todos transmiten buen rollo. Pero Pardeza, ese tipo ilustrado que por su notable talento y hasta por su físico desencajado podría ser el Javier Marías del fútbol, sólo comunica tristeza. Una insuperable tristeza. Por la noche reponen el capítulo dedicado al letraherido delantero, y en su paseíto desde Atocha a Antón Martín el hombre se esfuerza por buscar anécdotas, amigos y risas donde no los hay, y acaba el recorrido en un estadio renovado que sólo le genera melancolía y tristeza, muchísima tristeza. (CODA: Hoy mismo, Miguel Pardeza escribe en El País un bonito artículo sobre la esperanza que genró la quinta del Buitre, pero hasta esa esperanza está preñada de insatisfacción, de pena, de una nostalgia que se resiste a ser enterrada bajo las páginas de un millón de libros...)

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